NAVARRA Y SUS GENTES (II) COMIENDO MIGAS EN LA VENTA DE JUAN PITO

La carretera se enfila desde Isaba valle arriba buscando las cumbres y el valle de Belagua. Vamos dejando, esta vez, la niebla abajo y delante se nos aparecen las primeras altas cumbres nevadas del pirineo navarro con nombres tan míticos como la Mesa de los Tres Reyes, Ukerdi, Budogia, Txamantxoia, Lakartxela,... y otras próximas como el Anie, Petrechema o Acherito  y en esas cumbres conviven desde hace siglos personas, animales y naturaleza, naturaleza viva

Hemos llegado aquí arriba buscando historias  y la venta de Juan Pito es un lugar mítico, hoy frecuentado por senderistas y escaladores, otrora por contrabandistas, makis, bandoleros, civiles y gente de diferentes calañas, pero también pastores, muchos pastores que subían a alimentar sus rebaños en este hermoso valle y trabajadores que desde su inauguración, en 1820, utilizaban este camino para ir a trabajar al otro lado de la frontera. Todos paraban aquí a comer algo sencillo como eran las migas de pastor y calentarse en la lumbre. Juan el dueño cuenta la leyenda que las hacia de forma impecable y sabrosas.

En estas alturas las nubes hacen una inmersión brutal cayendo hacia Belagua e inundando los pasos y campas de niebla muchos días al año. Los pastores y contrabandistas lo saben muy bien y cuando la niebla se cierra impide ver mas allí del bastón e incluso no alcanza para ver donde pone uno el pie. Muchos han muerto despeñados. En esos momentos Juan, el de la venta, tocaba el pito avisando del lugar donde estaba la venta y todos los que andaban por el monte, bajaban al refugio de la hoguera. Cuando la guerra, la guardia civil aprovechaba para ir allá a buscar a los contrabandistas y dicen que muchos acabaron sus días huyendo de los civiles. Con el tiempo Juan transmitió la herencia del pito y las migas a sus hijos y estos a sus nietos. Hoy casi nadie se acuerda de él, los que hoy regentan son parientes lejanos,  pero las migas siguen estando riquísimas y los huevos con chistorra brutales. Ya no llegan los pastores, ni los contrabandistas, hoy somos otros los que alcanzamos la cumbre: los senderistas en la mañana a desayunar y los turistas a mediodía para comer. Hay una máquina de su turno ya que las mesas son corridas y no se reserva, por lo que si te apetece conocer las historia y comer bien en la cumbre, no te demores y ves pronto.

Si además eres caminante tienes decenas de rutas para hacer en la zona y el mismo dueño te ayudará.

Os he dejado más fotos en este enlace.