VIETNAM(III): LA CIUDAD DEL TIO HO Y SUS TRISTES RECUERDOS
Tras la expulsión de los americanos de Vietnam y
el triunfo de los comunistas en 1975, Saigón fue rebautizada
como Ciudad Ho Chi Minh en honor al líder revolucionario vietnamita fallecido seis años antes. Ese es todavía el nombre oficial de la ciudad,
aunque en la calle casi todo el mundo la sigue llamando Saigón o mejor aún, todo el mundo la llamaba Saigón.
Saigón es la mayor metrópoli de Vietnam, con más
de ocho millones de habitantes, y el centro financiero del país, ya que la
mayoría de empresas y multinacionales extranjeras se han instalado en sus
calles. En la noche parece una enorme metrópolis que no duerme, durante el día un caos ruidoso que no descansa jamás. La ciudad de Ho Chi Minh es Vietnam en su
forma más vertiginosa: una ciudad donde se mezcla de forma contundente el
comercio y la cultura y que ha impulsado
todo el país adelante con su energía pulsante. Un torbellino caótico de
tráfico, luces, cláxones, motocicletas. La ciudad respira vida y vitalidad a todos
los que se asientan aquí y los que llegamos de visita, no podemos dejar
de ser transportados en el tránsito de esta ciudad fagocitadora.
Ho Chi Minh es una ciudad de contrastes. Se merece un lento paseo
por los callejones sin tiempo, parar en los templos, oler su incienso antes de ponerse al día con el
presente en los centros comerciales de diseño por debajo de los rascacielos
elegantes. Comer sin prisa en el mercado antiguo, saborear una cerveza en cualquier puesto ambulante, echar una postal en el viejo edificio de correos o charlar plácidamente con unos novios delante del Palacio de la Independencia.
Aún hoy es posible reconocer los fantasmas del pasado que
viven en edificios donde hace una generación muchos vietnamitas fueron testigos
de una ciudad en crisis, pero la verdadera belleza de la (antigua) ciudad de
Saigón, es la combinación perfecta de
estos dos mundos que un día chocaron y hoy son el alma viva de la ciudad. En el Palacio de gobierno, en un hermoso jardín nos encontramos con el Tio Ho, una
estatua de Ho Chi Minh. La contradicción aparente es que, frente a un
símbolo de la victoria del comunismo versus el colonialismo, y en la misma cara
de quien fuera el humilde líder que llevó a Vietnam a su libertad, lo
que verás en los jardines es la colección de boutiques de lujo más
impresionante. Y como no, debemos parar en Notre
Dame, La Catedral de Notre-Dame recibe en el idioma Vietnamita el
nombre de Nhà thờ Đức Bà, aunque esta catedral también es conocida como
la Basílica de la Inmaculada Concepción. La misma contradicción de un país comunista donde sus jóvenes se casan de impoluto blanco nupcial y se fotografían sin rubor en jardines y rincones.
El viajero que quiere conocer el país que visita, a menudo, se
enfrenta a la realidad más cruda, sea en tiempo real, sea en diferido. Y sin
embargo, conocer el lado más turbio de la historia de un país es casi
imprescindible para comprenderlo. Algo así ocurre con el War Remmants
Museum , que es a la vez una visita imprescindible, pero en absoluto
agradable. El museo es un acto constante e insistente de reafirmación de la
lucha vietnamita contra el invasor estadounidense y al mismo tiempo, una denuncia
fragante de los crímenes de guerra que los Estados Unidos cometieron
sobre el pueblo vietnamita. Una exposición nos recuerda las mentiras de una guerra creada en Holiwood y el sufrimiento de un pueblo que hoy los jóvenes casí no recuerdan, pero que se llevo por delante varios millones de sus antepasados. Ho Chi Ming merece la pena y el paseo también. Os dejo más fotos en este enlace.
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