Kumbha. Cara a cara con una leyenda.
Apenas empieza a haber luz y ya estamos frente a uno de esos antiguos pórticos por los que se accede a Ranthambore. Estas puertas, construidas según el estilo tradicional indio, formaban parte de la muralla que cercaba el bosque donde los reyes de Jaipur guardaban lo que ellos consideraban su mayor riqueza: los tigres de Bengala.
Pero el tesoro de los marajás
vuelve a ser abundante en el antiguo cazadero y desparrama su brillo fuera de
las murallas. Los bosques de Ranthambore albergan ya más tigres de los que
pueden sostener y la tensión territorial es muy alta entre ellos.
Encontramos huellas frescas de los dos grandes gatos del parque antes de cruzar esa frontera humana, física y mental, que es el pórtico. Junto con las pisadas de un pavo real, observamos que un tigre y un leopardo, dos machos adultos, han patrullado el camino justo antes que nosotros. Examino el rastro y, al comparar ambas huellas, soy consciente de la diferencia de tamaño entre los dos. Entiendo por qué el leopardo evita coincidir con el tigre siempre que puede.
Una delicada chinkara en los pastizales del Kundal |
Cruzamos las puertas. En su interior vive una pareja de lechuza común. Las observamos unos instantes y es como saludar a un paisano en medio de un lugar tan exótico. Entramos en la jungla y atravesamos los bosques para salir a los pastizales del Kundal. La luz del amanecer dora el paisaje, y nos encontramos con grupos de antílopes, como los enormes nilgais y las gacelas indias, gráciles como bailarinas.
En el borde
del bosque, nuestros guía y conductor, Vikander y Mahendra, localizan a la
tigresa Noor caminando hacia el riachuelo donde va a saciar su sed. Mientras
observamos a la bella tigresa, desde la espesura nos llegan los rugidos de otro
tigre, como un trueno lejano. Tras beber, Noor da por finalizada su aparición y
desaparece tranquila entre los árboles. Nuestro equipo comienza a rastrear
acústicamente al tigre que ruge.
Noor hace honor a su fama de ser una de las tigresas más bellas de la India. |
Recorremos con el “gypsy” el laberinto de los senderos del tigre por una jungla que el amanecer aún no ha iluminado totalmente. Encontramos a Khumba defecando en mitad de uno de los caminos. Es el legendario Rey del Kundal, que está afirmando sus derechos sobre el territorio. El viejo macho despliega ante nosotros casi todo el repertorio de comunicación de su especie. Ruge, defeca, orina en spray contra los árboles y los arbustos. Kumbha camina directamente hacia nosotros altivo y poderoso, obligando a retroceder a nuestro coche ante su paso imponente. Su asertividad le hace mantener la cola alta, como un mástil, con el campo despejado para rociar con su mensaje químico las balizas territoriales a lo largo del camino. Lo vemos por última vez mientras se aleja rugiendo y comprobando olorosamente las señales en los troncos de los árboles. Lo último que nos llega de él es su rugido estremecedor.
Intentamos entender el
comportamiento de este macho territorial e integrarlo en el contexto de la población
de tigres de Ranthambore. Estamos a principios de diciembre y las lluvias de
los monzones borraron las señales químicas con las que los tigres establecen
las reglas de su sociedad. Mantener este marcaje es clave en la cohesión social
de estos carnívoros y más dada la situación de alta densidad poblacional en la
que existen fuertes disputas territoriales entre tigres y entre tigresas.
Este momento, uno de los más
potentes que he vivido con esta especie, se inserta también como un episodio
relevante en la biografía de Kumbha. Como en los antiguos cantos artúricos,
Khumba arrebató a otro gran macho, Aurangzeb, a la bella Noor, sólo unos meses
antes de esta observación. El amante despechado siguió a la pareja hasta los
predios del Kundal y atacó a su rival. Ambos galanes acabaron seriamente
heridos en la justa, pero Kumbha se llevó la peor parte. Rescatado por el
Servicio Forestal, el tigre moribundo fue curado y devuelto a la libertad.
El viejo tigre vagó sin rumbo por
los suburbios de los territorios que le habían sido arrebatados, pero,
inesperadamente recuperó su reino boscoso, controlando de nuevo los territorios
de las tigresas Noor y de Ladli, con la que Kumbha se había emparejado varias
veces en el pasado. Fue entonces cuando lo encontramos reafirmando los derechos
sobre su bosque.
Poco después de nuestro
encuentro, supimos que Kumbha y Noor continuaron viviendo su apasionada
relación y pudimos ver fotografías de sus cópulas en las redes.
Finalmente, casi tres años
después, nos ha llegado la triste noticia de que nuestro tigre ha sido hallado
muerto en la jungla del Kundal, con dieciséis años de edad. El Servicio
Forestal levantó el cadáver y la necropsia determinó que había muerto por
causas naturales. Durante el examen del cuerpo se encontraron heridas frescas
en el cuello, las piernas y la lengua, signos de una pelea con otro macho.
Consuela saber que el anciano paladín vivió como un tigre hasta el final.
Kumbha fue incinerado por el
personal forestal de Ranthambore y no se me ocurre mejor funeral para un tigre que ya es leyenda.
Os dejo un video donde se escucha rugir al gran macho y os confirmo que salimos en Navidad para recorrer sus antiguos territorios, sime quereis acompañar teneis más información en este enlace
Texto y fotos José Carlos de la Fuente
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