Por los senderos del tigre en Ranthambore.
Este tigre es un viejo conocido, pues ya nos hemos encontrado anteriormente. Es Kartik, el T121 |
Erigido en un macho dominante
patrulla su bosque, oliendo los troncos de los árboles y rugiendo poderosamente.
El rugido territorial de un tigre llena con sus graves vibraciones la atmósfera
de la jungla, como diría Kipling “parece venir de todo el país”. Cuando
escuchas a un tigre rugir, a pocos metros y desde un coche abierto, puedes
contar que has sentido el más profundo significado de lo salvaje.
Es difícil observar a un tigre macho en Ranthambore que no esté dedicándose a patrullar sus fronteras, reafirmando sus derechos sobre el territorio que considera su hogar. Los tigres, tanto machos como hembras, defienden su área vital de otros individuos de su mismo sexo. Estos territorios conforman su sociedad, cohesionada gracias a que todos tienen la información necesaria de sus vecinos. Pero, ¿Cómo se comunican estos carnívoros, poco amantes de encontrarse con sus congéneres?: mediante la comunicación indirecta.
El tigre de Bengala tiene, por tanto, un sistema de comunicación auditiva, química y visual, que le permite emitir y recibir la información imprescindible para su vida social. Entre los sonidos que utiliza con este fin, el principal es el llamado rugido territorial, que permite advertir a posibles rivales o atraer pareja. La parte química, muy importante en la vida de este carnívoro, consiste en el uso de la orina, mezclada con sustancias glandulares, proyectada en espray contra los objetos, principalmente los troncos de los árboles, las heces depositadas en los caminos o la impregnación del contenido de ciertas glándulas, como las ubicadas en las mejillas o entre los dedos, frotándose contra las superficies. También, podemos observar a estos félidos arañando los troncos con sus garras, dejando así una señal, a la vez olorosa y visual.
Este comportamiento se conoce
como marcaje oloroso y suele contener información territorial y reproductiva,
así como identificación individual. Cada tigre tiene su propio olor y lo deja
como señal olorosa por todo su territorio, con mayor incidencia en las fronteras
con los de otros individuos de su sexo.
Patrullando los senderos que cruzan su territorio, el T121 va comprobando su propio marcaje y verificando las que un extraño pueda haber dejado. Si, un tigre detecta el olor de otro en un tronco, responderá con el reflejo de Flehmen, esa mueca extraña que hacen muchos mamíferos, retrayendo los labios para captar olores por medio del órgano de Jacobson, situado en el paladar. El paso de las moléculas olorosas por esta vía, permite procesar información de forma distinta a las que acceden directamente por las vías nasales.
Así que cuando observo a Kartik sonriendo extrañamente y sacando la lengua, justo después de olfatear un tronco, tengo la total seguridad de que ha detectado a un intruso. El siguiente movimiento será: girar su popa mirando al tronco, levantar la cola en vertical y proyectar la orina intentando tapar el mensaje ajeno.
Aquello que para nosotros los
humanos, analfabetos en el antiguo lenguaje de los olores, es un paisaje visual
y sonoro, para los tigres es un lugar lleno de notificaciones de mensaje. Sólo
observando su comportamiento, podemos llegar a vislumbrar cómo perciben el
mundo estos grandes gatos.
Como los machos territoriales poseen áreas vitales considerablemente más grandes que las hembras y no se encuentran tan localizados dentro de ellas como las tigresas cuando tienen cachorros, son mucho más difíciles de observar. Nosotros hemos tenido la fortuna de observar a varios machos adultos, durante nuestros safaris por la jungla india: Rocky Male, Khumba, Ennead, Surya o el mismo Kartik, forman parte ya de la leyenda de los misteriosos senderos del tigre.
Salimos de nuevo a los parques de la India, tenéis toda la información en este enlace.
Que precioso ejemplar! Y que buena lección de la etología del tigre.
ResponderEliminarAbrazos amigo!🐅
Muchas gracias, Justo. Fue una observación muy parecida a la que disfrutamos con el legendario Khumba. Un abrazo fuerte.
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