TURANDOT. EL EGOISMO DEL AMOR

Esta mañana me he levantado para coger el AVE en mi tránsito a Madrid y sorpresa, la línea estaba cortada, normal con el desastre que está sucediendo con los fuegos estivales. RENFE o sus trabajadores, que es lo mismo, ni se enteran, nadie avisa y lo único ponen un autobús para hacer el trayecto de 250 euros y dos hora y media en siete. Lo dicho ni se enteran.

Me voy al puente aéreo y en el camino reflexiono sobre la tragedia de LYU, CALAF y TURANDOT. A saber, perdemos la vida en el intento de encontrar lo sublime y lo desconocido sin pensar si quiera que estamos dejando la vida por algo que no es a veces, ni etéreo. Pasamos por encima de las cosas y muchas veces de las personas por alcanzar nuestras propias metas, con la sin razón de que al final buscamos metas individuales en un mundo cada día más globalizado. LYU se suicida sin saber si quiera que su suicidio no sirve para que CALAF encuentre satisfacción en su dolor. TURANDOT se suicida en el mismo instante que conoce el amor al darse cuenta del daño que ha hecho a su pueblo y en la desazón de sentirse humillada por haber perdido la razón. CALAF, cuando es correspondido por un amor ciego, obcecado y obstinado pierde su padre y a su enamorada en la búsqueda de esa misma sinrazón.

PUCCINI creo una magistral obra con una maravillosa música para que los amantes de la Opera disfrutáramos de tres horas entretenidas. Puccinni no imagino nunca que su obra permanecería viva tantos años y que casi dos siglos después de su estreno estaría tan actual y hermosa. Ayer fui a ver TURANDOT al Gran Teatro del Liceo, esta mañana he sobrevolado sobre la tragedia de Els Ports de Beceit donde estuve el pasado puente de la Constitución, en la portada de LA VANGUARDIA leo los reproches de los jefes de bomberos ante las muertes ocurridas. THURANDOT ha muerto, LYU se ha suicidado, CALAF reina sobre la gran China.

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