KENIA: La Reina de un Solo Ojo en el Masai Mara
Recientemente hemos hablado de
ella, nuestra preciosa leona tuerta. La conocimos en una mañana inolvidable
junto al río Mara, en la que los miembros del safari disfrutamos de un picnic
entre hipopótamos. Cuando abandonábamos el lugar, Alex, uno de los guías de
Ecowildlife en Kenia con un talento único para encontrar leones, le vio las
orejas entre los matorrales.
Allí estaba echada, una leona
adulta espléndida, casi como una roca más del entorno. Su ojo izquierdo vaciado
contaba historias de lo dura que es la vida del superdepredador de los grandes
espacios abiertos africanos. Cada uno de nosotros volvió a casa con su propia
leona tuerta en la mente y cada uno de nosotros escribió la biografía de
aquella leona rellenando el inmenso espacio en blanco que nos abría su
observación.
¿Cómo había llegado a encontrarse
allí sola? ¿Estaba sola o se comportaba como solitaria? ¿En qué dramáticas circunstancias
había perdido su ojo? ¿Quizá en un lance de caza por la violenta coz de una
cebra que luchaba por su vida o en una disputa con otros leones que la habrían
expulsado de la manada? Sorprendentemente, a pesar de la ausencia de un ojo, la
leona presentaba un aspecto magnífico, por lo que no debía tener problema para
cazar a pesar de ello.
Durante los cuatro años pasados desde que la observamos, he rastreado las redes sociales en busca de alguna información sobre aquella leona tuerta. Finalmente, en los últimos días de 2021 encontré noticias suyas. La llaman la Reina de Un Solo Ojo de la manada de Rekero, que es la que domina aquella parte del Masai Mara, y acababa de ser madre de una camada de leoncitos. Por fin, se respondieron algunas de las preguntas que nos hicimos sobre ella.
Existe una teoría muy sugerente
que explica cómo las primeras narraciones y los primeros mitos de nuestra
humanidad, los sapiens, se habrían originado a partir de la coexistencia con los
grandes depredadores. La agitación mental que provocaba en nuestros antepasados
encontrar el rastro de un león, el estado de alerta cotidiano cuando intuían al
depredador oculto o el agradecimiento por haber escapado a un ataque, proporcionaban
material a los primeros narradores en las largas noches del Pleistoceno.
No hay mucha duda de que, desde hace muchos milenios, los
integrantes de aquel safari tenemos incorporado ese software que permitió a los
sapiens salir vivos de África y que nuestra mente simbólica convirtió en uno de
nuestros rasgos como especie. Nos fascinan los grandes carnívoros y nuestra
mente convierte el hecho de observarlos en una emoción. Los mitificamos e
incluso los deificamos.
En Semana Santa volvemos a los infinitos espacios abiertos de África Oriental y, podéis estar seguros de que parte de ese misterio que nos llama desde las sabanas de Kenia reside en mirar directamente a nuestros orígenes en la cara de una leona tuerta. Tenéis toda la información en este enlace.
TEXTO; JOSE CARLOS DE LA FUENTE
Precioso relato amigo y una suerte haber podido despejar las dudas años después.
ResponderEliminarNo solo eres un gran rastreador a pie de campo, también en las redes!!!
Un fuerte abrazo
Muchas gracias Justo. Además, soy muy afortunado por encontrarme compañeros de viajes como vosotros. Un abrazo fuerte, amigo.
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