Bwana Mkubwa Tembo. Día Mundial del Elefante 2024.

 

El exuberante pantano es uno de los paisajes en los que mejor encaja un elefante africano. Un grupo de solteros vaga por él.

 

Bwana Mkubwa Tembo”: escuchar estas palabras estimuló mi imaginación cuando escuchaba a Félix recitar con emoción su “cuento de elefantes” radiofónico. Gran Señor Elefante, en suajili, es el nombre que le daba a uno de los dos protagonistas de aquel relato. El otro, era su amigo, el ranger Kaloloi, ex furtivo wakamba, al que el naturalista burgalés admiraba y quería sin medida.

Siempre que observo a un gran elefante en África recuerdo aquel precioso relato y no puedo evitar pensar en Bwana Mkubwa Tembo. Como aquel elefante de Félix, el viejo toro con un solo colmillo, que vaga pastando la tierna hierba del aguazal, también tiene un escudero. Aunque, una mirada más atenta revela que son un grupito de machos de diferentes edades los que se alimentan y beben en el verde pantano. La querencia disfrutona que tiene esta especie por los humedales se diría un recuerdo evolutivo de aquel antiquísimo antepasado anfibio, el Moeritherium, que prosperaba en los pantanales del norte de Egipto, durante el período Eoceno.

¿Quién sabe que peripecia provocó la pérdida de una de sus defensas en el Gran Señor Elefante.

Me he preguntado por este comportamiento del veterano que se hace acompañar por un bisoño, sin experiencia. Con los años, he llegado a pensar que el conocimiento de los elefantes hace cincuenta años, aunque había avanzado notablemente, llegaba aún sesgado por relatos de cazadores y no de zoólogos, más rigurosos.

Durante estas décadas, pasadas entre las experiencias africanas del Dr. Rodríguez de la Fuente y la actualidad, los investigadores se han centrado en el papel fundamental de las matriarcas en las sociedades de los elefantes, dejando un poco olvidado el que pudieran jugar los grandes machos, más allá de la reproducción.

La unidad social más importante y conocida es la manada matriarcal, en la que un grupo más o menos numeroso de hembras adultas, normalmente emparentadas, son lideradas por una sabia y vieja matriarca (seguramente ambos rasgos van siempre unidos, al menos en los elefantes)

Los individuos no adultos de este grupo, son machos y hembras, hijos de alguna de las elefantas y de machos adultos que se acercan a ellas con fines reproductivos. Con unos quince años, los machos adolescentes abandonan la manada matrilineal donde nacieron y vivieron su infancia.

                             

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Alcanzada su inexperta independencia, el joven elefante acabará asociándose con otros machos grandes señores elefantes de cincuenta o sesenta años, mucho menos solitarios de lo que se suele creer. Entre ejemplares de su misma edad, los aspirantes a señor elefante medirán sus fuerzas y debilidades jugando con los otros y aprenderán las reglas y lo necesario para sobrevivir de los viejos dominantes. La jerarquía es laxa en estos grupos cuando el agua es abundante y se torna más rígida durante las sequías, pues la dominancia está establecida para regular el comportamiento ante la escasez de este recurso. En cualquier caso, los vínculos aquí son más débiles y aleatorios que en las manadas familiares.

De todas formas, los jóvenes pasaran cierto tiempo con otras manadas matriarcales, cada vez menos hospitalarias con ellos, hasta que, hacia los veinticinco años de edad deje de frecuentar esta compañía.

A partir de este momento, los elefantes se acercarán a los grupos familiares sólo para aparearse, permaneciendo el resto del tiempo en su grupo de solteros irredentos. Estos grupos son más grandes ante la abundancia de recursos y oportunidades de aparearse, aunque, bajo la amenaza del furtivismo los machos se agrupen en manadas grandes para protegerse, incluso con escasez de recursos.

Detalle de los colmillos de un macho maduro que se ha unido a una manada matriarcal. El crimen internacional contra la fauna mantiene las poblaciones de elefante africano bajo el fuego.

Ante el conocimiento de estas relaciones complejas, los investigadores temen que la caza furtiva para el tráfico de marfil, que persigue a los mayores ejemplares con colmillos más grandes, puede conducir a graves desestructuraciones sociales que comprometan el futuro de los machos inexpertos. La muerte inesperada e injusta de Bwana Mkubwa Tembo deja a sus pupilos sin uno de sus pilares de enseñanza y liderazgo, claves en su vida social y emocional.

Día Mundial del Elefante 2024.





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