NEPAL: PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD DE PATAN.


Situada al sur del Kathmandú, con cerca de 200.000 habitantes Patán es considerado un barrio más de la capital de Nepal. Sin embargo, conocida también como Lalitpur (Ciudad de la Belleza), en la antigüedad fue una ciudad estado independiente, la cual, adquirió una gran relevancia en los confines del valle.

Sus inicios datan del año 299 d.C, por lo que se trata de una de las ciudades más antiguas en todo el país. El paso del tiempo y su estratégica ubicación, en plena ruta comercial entre India y el Tíbet, la convirtieron en un crisol de culturas y costumbres influidas por las dos religiones predominantes en Asia central, la budista y la hindú.

La otrora ciudad estado, es hoy un viejo suburbio de Katmandhú que se ve separada por un río sucio y turbio, el Bagmati. Cloaca de la gran urbe. Y doy fe de que pese a la suciedad y los atascos, Patan guarda en su corazón símbolos de aquella ciudad que deslumbró al mundo.

La desidia, la pobreza y la burocracia no han logrado quitarle el encanto a esta ciudad medieval. Al recorrer sus calles una se acuerda de las glorías pasadas de la Ruta de la Seda y las invasiones mogoles.  Calles alegres y llenas de vida, con comerciantes y vendedores por doquier y patrimonio y riqueza cultural en cada una de sus esquinas. La ciudad esta protegida por cuatro stupas erigidas por el emperador budista Ashoka en el año 250 a.c. Cada uno protege un flanco de la antigua ciudad estado Con esto os  podeis hacer una idea de la importancia que tuvo Patana tras la división del reino.
La Plaza Durbar, o plaza del Palacio Real, es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco junto a sus vecinas de  Katmandhú y Baktapur y a parte del esplendido palacio real, también cuenta con la arquitectura hindú más hermosa como el Templo de Vishwanath dedicado al dios Shiva. Visna montando al toro sagrado Nandi, preside el templo que cada día se llena de devotos que le hacen sus ofrendas. En una esquina también vemos a Ganesha, el dios elefante



El Palacio Real es un lujo para los sentidos y una obra de arquitectura magnifica para Asia. Tallada finamente en piedra y adornada por mil y un detalles que le confieren una sutileza y riqueza difícil de igualar. En el café del Museo de Patan, aledaño al palacio, con un té masala en la mano, uno puede disfrutar de tanta riqueza atesorada en la paredes.

Por último no marcharemos de Patan sin recorren sus atestadas calles, discutir precios con los vendedores ambulantes que te asaltan por doquier y, entrar en las tienda de antigüedades para apreciar y por que no, a adquirir alguna pieza que llene de recuerdos nuestras casas. Tenéis más información de este viaje en este enlace. 

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