GASTROTURISMO ON ROAD. PAMPLONA ( y X)
Acabamos defitivamente esta ruta on road que nos ha llevado a recorrer casi 4.000 kms de la geografía española y traer hasta este blog recomendaciones de lugares gastronómicos alejados de rutas turísticas y con el único objetivo de que disfruten de la lectura y la comida.
Llegamos a Pamplona y antes de nada y para no llevarnos a engaño, uno no va a Pamplona como va a Donosti, a disfrutar de las tapas de diseño y la alta gastronomía en miniatura. Aquí sirve más la tradición y los lugares y nombres con solera. Pasear de tapas por Estafeta o San Nicolás son cosas diferentes. Pero antes de nada ya que estamos en Pamplona, se ha de rendir homenaje al maestro y dejarse caer por la taberna del Cafe Iruña y saludar al viejo Hemingway, que apoyado en la barra y con mirada de vidrio, parece querer salir corriendo para perseguir toros por la plaza. Es un bello homenaje al maestro.
Después nos dejamos caer por San Nicolás, el Otano es la primera parada, pinchos sencillos, sin pretensiones y buenos precios, buena bodega para vinos y cerveza fresca. La Marrana no invita a entrar por el nombre pero tiene buenas tortillas de patatas rellenas de todo, incluso de chistorra. Aún así, como decía al comenzar es Pamplona ciudad de pinxos sencillo y económicos y tabernas para tertulias animadas de amigos y charlas de fútbol y si al final nos quedamos con hambre, no lo duden una buena chuleta que de eso sis se sabe, y mucho, en Pamplona.
Llegamos a Pamplona y antes de nada y para no llevarnos a engaño, uno no va a Pamplona como va a Donosti, a disfrutar de las tapas de diseño y la alta gastronomía en miniatura. Aquí sirve más la tradición y los lugares y nombres con solera. Pasear de tapas por Estafeta o San Nicolás son cosas diferentes. Pero antes de nada ya que estamos en Pamplona, se ha de rendir homenaje al maestro y dejarse caer por la taberna del Cafe Iruña y saludar al viejo Hemingway, que apoyado en la barra y con mirada de vidrio, parece querer salir corriendo para perseguir toros por la plaza. Es un bello homenaje al maestro.
Después nos dejamos caer por San Nicolás, el Otano es la primera parada, pinchos sencillos, sin pretensiones y buenos precios, buena bodega para vinos y cerveza fresca. La Marrana no invita a entrar por el nombre pero tiene buenas tortillas de patatas rellenas de todo, incluso de chistorra. Aún así, como decía al comenzar es Pamplona ciudad de pinxos sencillo y económicos y tabernas para tertulias animadas de amigos y charlas de fútbol y si al final nos quedamos con hambre, no lo duden una buena chuleta que de eso sis se sabe, y mucho, en Pamplona.
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