GRANADA: HAY QUE HACER COLAS PARA COMER PAN DE ALFACAR
A los que hemos comido muchas veces pan de horno de leña y pan artesanal, nos da mucha pena cuando compramos pan industrial, sin sabor y con tantos conservantes que apenas dura entero el trayecto de la panadería a casa. Por eso, ver a la gente hacer cola delante de un kiosko de pan, me despertó la curiosidad y por supuesto la sensación de que allá algo se estaba "cociendo".
Si ustedes vienen a Granada, en una de sus plazas céntricas, la de Mariana Pineda, (que nombre a la plaza para acoger un oficio tan ancestral y reconocible) verán por las mañana un cola permanente delante de un kiosquillo. Es la cola del pan de la plaza.
Dicen los vecinos que acuden a hacer esa cola, que ya no se hace el pan de antes, es normal ahora todo el pan se ha industrializado. Hoy es más rentable utilizar mecanismos y tecnología que permiten mayor rentabilidad, siempre en prejuicio de la calidad. El que no ha probado el "otro"pan, no lo nota pero los más viejos, y me incluyo, o los que tuvimos la suerte de vivir en pueblos pequeños, sabemos que lo que hoy compramos no es lo mismo.
En la provincia de Granada aún podemos encontrar al menos ocho o diez panaderías donde todavía utilizan la leña para alimentar unos hornos llamados morunos, y donde el calor del fuego va directamente al pan y este toma el sabor que transmite dicha leña. Algunos de esos hornos están situados en la población de Alfacar, un municipio de escasos siete mil habitantes, en la Vega media de Granada y muy cerquita de donde asesinaron a Federico García Lorca, el barranco de Viznar.
Pues bien, en ese quiosco que lleva vendiendo pan hace más de cincuenta años, Geni, la dueña, va envolviendo sus barras de pan a los clientes que aguardan cola, con todos habla y a nadie en la cola parece desesperarle la espera, valga la redundancia. Si la espera, puesto que ella habla con todos y parece conocerlos a todos y ahí reside el secreto, pan hecho como antes, amasado con cariño, horneado a fuego lento y dispensando con mucho más cariño aún. Geli nos cuenta, como turistas preguntones, que Miguel su marido es el panadero y que se levanta cada día a las 2 de la mañana para hacer el pan, que lleva haciéndolo toda la vida como lo ha hecho su familia desde hacer más de 200 años.¿que si no se cansa?, nos contesta ante nuestra preguntas, "dice que solo ver esta cola cada día le devuelve la energía".
En la provincia de Granada aún podemos encontrar al menos ocho o diez panaderías donde todavía utilizan la leña para alimentar unos hornos llamados morunos, y donde el calor del fuego va directamente al pan y este toma el sabor que transmite dicha leña. Algunos de esos hornos están situados en la población de Alfacar, un municipio de escasos siete mil habitantes, en la Vega media de Granada y muy cerquita de donde asesinaron a Federico García Lorca, el barranco de Viznar.
Pues bien, en ese quiosco que lleva vendiendo pan hace más de cincuenta años, Geni, la dueña, va envolviendo sus barras de pan a los clientes que aguardan cola, con todos habla y a nadie en la cola parece desesperarle la espera, valga la redundancia. Si la espera, puesto que ella habla con todos y parece conocerlos a todos y ahí reside el secreto, pan hecho como antes, amasado con cariño, horneado a fuego lento y dispensando con mucho más cariño aún. Geli nos cuenta, como turistas preguntones, que Miguel su marido es el panadero y que se levanta cada día a las 2 de la mañana para hacer el pan, que lleva haciéndolo toda la vida como lo ha hecho su familia desde hacer más de 200 años.¿que si no se cansa?, nos contesta ante nuestra preguntas, "dice que solo ver esta cola cada día le devuelve la energía".
El horno fue de los abuelos de Geli y dice que ella no lo sabe pero que cree que es el más antiguo de la provincia. Los hornos panaderos y la excelencia del pan en ese municipio, se han ganado la denominación de Indicación Geográfica Protegida que otorga la UE a tierras y productos de excelente calidad y que se han de proteger. Hay documentos que atestiguan la fabricación del pan en Alfacar desde el siglo XVI, aunque seguramente se hacía desde mucho antes por los musulmanes granadinos. Y, a parte de las manos artesanas, buena parte del secreto este en el agua que en esas lides de Víznar y Alfacar llega en arroyos frescos de la Sierra Nevada cercana.
Ya los saben, si vienen a ver el Alhambra a Granada pero quieren comerse un buen pan, no duden hacer cola en la plaza de Mariana Pineda, en el Kiosko de Geli.
Comentarios
Publicar un comentario