RUSIA: VIAJE AL SALVAJE ESTE, VIAJE A KAMCHATKA

Lo primero que uno debe escribir antes de comenzar un relato de un viaje a Kamchatka es la motivación que lleva a cualquier viajero que sale en busca de este lugar único en la tierra, una tierra azotada por los volcanes, con el frío como seña de identidad más de 9 meses al año y que tan solo hace algo más de tres décadas es posible visitar como turista. Una motivación que debe soportar, además un largo viaje de casi dos días con interminables escalas y unas condiciones de alojamiento a la llegada muy alejadas del confort que conocemos en nuestra tranquila Europa.

Para muchos imagino que esa motivación tiene que ver mucho con el descubrimiento de espacios apenas conocidos por el turismo moderno, para otros la “búsqueda de espacios en blanco” como diría Josep Conrad, pero para otros, como es mi caso, suscribiendo las palabras del profesor Chris Stillman del Trinity College de Dublín “descubrir un espacio de salvaje belleza que tres meses al año cubre sus cielos de azul intenso, de flores sus bosques y taiga y de salmones sus ríos. Un lugar único de más de 1280 kilómetros de largo y 400 de ancho entre la salvaje taiga siberiana del este y los mares helados de Okhosk y Bering y donde los volcanes se han adueñado de la tierra y las islas que lo rodean.  Un lugar donde es posible ver al oso marrón, los lobos siberianos, a la extraña ballena gris y la orca asesina y enormes colonias de focas y leones marinos junto con miríadas de aves y enormes bancos de salmón.

Es por este motivo que hoy comenzamos una nueva aventura en el lejano oeste ruso, es una tierra que solo visitan unas 500 ecoturistas al año, ubicada en la misma latitud que Gran Bretaña y en medio de la corriente helada de Oya-Shio, azotada por los vientos helados del ártico y en medio del cinturón de fuego del Pacífico, con más de 300 volcanes de los cuales una treintena en plena actividad.

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