ESPAÑA: SANTA CRUZ DE LA PALMA
Santa Cruz de La Palma fue fundada en 1493 por Alonso Fernández de Lugo al pie del cráter La Caldereta. Villa de gran señorío, Santa Cruz es una ciudad de tiendas bulliciosas, de negocios concurridos y de piedras con legado. También es una ciudad que parece vivir de espaldas al mar, ese mar que le da la vida. Su paseo marítimo truncado por la carretera, se salpica de preciosas balconadas que no son sino fondos y trasteros de casas y que se acicalan cada quinquenio para recibir a la Virgen y a los turistas con sus mejores galas.
Por Santa Cruz veremos desfilar hombres de negocios y lugareños con listas de recados que vienen del otro lado de la isla tras recorrer varias horas de carreteras escarpadas y sinuosas. Y ese espíritu comercial que vemos nada más llegar, no es casualidad, desde siglos atrás la ciudad es un centro económico y de transacciones digno de mención. Su puerto comercial funciona desde 1502, siendo la primera obra de ingeniería civil que se levanta en la isla. Una actividad incesante de mercaderes camino de las Américas, hizo que la ciudad se volviera ágil y cosmopolita.
Es ese mismo trasiego de navegantes y comerciantes lo que hace que Santa Cruz sea una mezcla de culturas y hallaremos en ella signos castellanos, arquitectura mudéjar y el legado renacentista más importante del archipiélago canario. La herencia castellana la encontraremos en las piedras y blasones de fachadas e iglesias. La madera, abundante en la isla, se utilizaba frecuentemente en la construcción de balconadas y corredores de las casas; los cierres de celosías de dichas balconadas son herencias musulmanas y de una clara significación andalusí y por último asomarnos a sus iglesias y santuarios es asomarnos al arte flamenco e italiano. No debemos tampoco olvidar que el modernismo entró en la isla de mano del insigne palmero Pelayo López.
La Calle Real o calle O’Daly es la arteria principal, calle de empedrado regio, caminar por ella nos llevará a los primeros conquistadores: la defensa contra piratas y corsarios ingleses y sobre todo, regusto a la burguesía y señoríos que se crearon en la isla.
Más adelante llegaremos a la Plaza de España y en ella, al Ayuntamiento, obra maestra del arte renacentista en la isla. Fue construido entre 1560 y 1563 con cantos de piedra negra traída expresamente de La Gomera tras el incendio del antiguo ayuntamiento a manos del pirata francés François Le Clerc. Y justo enfrente del ayuntamiento, otra obra del siglo de oro palmero: la Parroquia Matriz de El Salvador. Su fachada es un arco de triunfo romano, soportado por dos pedestales. Las cabezas de San Pedro y San Pablo evocan la indestructibilidad de la Iglesia. En su interior, tres naves en planta, guardan algunas de las obras del artista sevillano Antonio María Esquivel, como el lienzo del altar mayor, la Transfiguración o La Dolorosa y el Nazareno. Destacan sobre todo el conjunto monumental de la iglesia, el Retablo Mayor con símbolos y alegorías masónicas debidas a las influencias de esta orden en la isla durante el siglo XIX.
Detrás de la casa Salazar, en la calle de Van de Valle, encontraremos la Iglesia de Santo Domingo construida en el siglo XVI y sede del conjunto de obras del barroco más importante de la isla. Su fachada es una alegoría de los pecados y los vicios con figuras de monstruos y bestias. Las tallas de madera cobran especial importancia en las capillas colaterales de la iglesia. También en esta calle, en el número 1, se localiza la Sociedad La Cosmológica.
En la Avenida de El Puente, merece la pena entrar en el mercado para descubrir, entre desvencijados y bellos puestos, frutas canarias, verduras de La Palma como el ñame o quesos recién elaborados. Justo al lado del mercado el Teatro Chico, cnetro cultural de Santa Cruz.
Paralelo a la calle Real discurre el paseo marítimo, y en el tramo entre la Avenida del Puente y el Castillo de Santa Catalina, descubriremos las típicas balconadas palmeras de colores verdes y marrones. El Castillo de Santa Catalina, que data del siglo XVII, pasa por ser la única fortaleza de la época de los Austrias que se conserva en el archipiélago canario. Fue declarado Monumento Nacional y reconstruido tras el saqueo e incendio de la ciudad de Santa Cruz por parte del pirata francés Françoise Le Clerc. Cerca, en la alameda encontramos la Iglesia de la Inmaculada Concepción y el convento de San Francisco; en sus estancias se instala hoy el museo insular. En las salas del museo se puede detener la mirada en el presente y el pasado de las Islas Canarias.
Y al final de la plaza la réplica de la carabela de Santa María, hoy museo naval, que durante las tradicionales fiestas de la bajada de la Virgen sirve como escenario para el “Diálogo entre el castillo y la nave”. Es obvio que no podremos marchar de la capital palmera sin hacer una visita a la patrona: la sin par Virgen de las Nieves. La Virgen se encuentra en su santuario a las afueras de la ciudad, se trata de una figura de terracota del siglo XVI y aunque cada año se celebra su festividad, es al cumplirse el lustro cuando la Virgen es bajada en procesión a la capital en las fiestas en su honor.
Por Santa Cruz veremos desfilar hombres de negocios y lugareños con listas de recados que vienen del otro lado de la isla tras recorrer varias horas de carreteras escarpadas y sinuosas. Y ese espíritu comercial que vemos nada más llegar, no es casualidad, desde siglos atrás la ciudad es un centro económico y de transacciones digno de mención. Su puerto comercial funciona desde 1502, siendo la primera obra de ingeniería civil que se levanta en la isla. Una actividad incesante de mercaderes camino de las Américas, hizo que la ciudad se volviera ágil y cosmopolita.
Es ese mismo trasiego de navegantes y comerciantes lo que hace que Santa Cruz sea una mezcla de culturas y hallaremos en ella signos castellanos, arquitectura mudéjar y el legado renacentista más importante del archipiélago canario. La herencia castellana la encontraremos en las piedras y blasones de fachadas e iglesias. La madera, abundante en la isla, se utilizaba frecuentemente en la construcción de balconadas y corredores de las casas; los cierres de celosías de dichas balconadas son herencias musulmanas y de una clara significación andalusí y por último asomarnos a sus iglesias y santuarios es asomarnos al arte flamenco e italiano. No debemos tampoco olvidar que el modernismo entró en la isla de mano del insigne palmero Pelayo López.
La Calle Real o calle O’Daly es la arteria principal, calle de empedrado regio, caminar por ella nos llevará a los primeros conquistadores: la defensa contra piratas y corsarios ingleses y sobre todo, regusto a la burguesía y señoríos que se crearon en la isla.
Más adelante llegaremos a la Plaza de España y en ella, al Ayuntamiento, obra maestra del arte renacentista en la isla. Fue construido entre 1560 y 1563 con cantos de piedra negra traída expresamente de La Gomera tras el incendio del antiguo ayuntamiento a manos del pirata francés François Le Clerc. Y justo enfrente del ayuntamiento, otra obra del siglo de oro palmero: la Parroquia Matriz de El Salvador. Su fachada es un arco de triunfo romano, soportado por dos pedestales. Las cabezas de San Pedro y San Pablo evocan la indestructibilidad de la Iglesia. En su interior, tres naves en planta, guardan algunas de las obras del artista sevillano Antonio María Esquivel, como el lienzo del altar mayor, la Transfiguración o La Dolorosa y el Nazareno. Destacan sobre todo el conjunto monumental de la iglesia, el Retablo Mayor con símbolos y alegorías masónicas debidas a las influencias de esta orden en la isla durante el siglo XIX.
Detrás de la casa Salazar, en la calle de Van de Valle, encontraremos la Iglesia de Santo Domingo construida en el siglo XVI y sede del conjunto de obras del barroco más importante de la isla. Su fachada es una alegoría de los pecados y los vicios con figuras de monstruos y bestias. Las tallas de madera cobran especial importancia en las capillas colaterales de la iglesia. También en esta calle, en el número 1, se localiza la Sociedad La Cosmológica.
En la Avenida de El Puente, merece la pena entrar en el mercado para descubrir, entre desvencijados y bellos puestos, frutas canarias, verduras de La Palma como el ñame o quesos recién elaborados. Justo al lado del mercado el Teatro Chico, cnetro cultural de Santa Cruz.
Paralelo a la calle Real discurre el paseo marítimo, y en el tramo entre la Avenida del Puente y el Castillo de Santa Catalina, descubriremos las típicas balconadas palmeras de colores verdes y marrones. El Castillo de Santa Catalina, que data del siglo XVII, pasa por ser la única fortaleza de la época de los Austrias que se conserva en el archipiélago canario. Fue declarado Monumento Nacional y reconstruido tras el saqueo e incendio de la ciudad de Santa Cruz por parte del pirata francés Françoise Le Clerc. Cerca, en la alameda encontramos la Iglesia de la Inmaculada Concepción y el convento de San Francisco; en sus estancias se instala hoy el museo insular. En las salas del museo se puede detener la mirada en el presente y el pasado de las Islas Canarias.
Y al final de la plaza la réplica de la carabela de Santa María, hoy museo naval, que durante las tradicionales fiestas de la bajada de la Virgen sirve como escenario para el “Diálogo entre el castillo y la nave”. Es obvio que no podremos marchar de la capital palmera sin hacer una visita a la patrona: la sin par Virgen de las Nieves. La Virgen se encuentra en su santuario a las afueras de la ciudad, se trata de una figura de terracota del siglo XVI y aunque cada año se celebra su festividad, es al cumplirse el lustro cuando la Virgen es bajada en procesión a la capital en las fiestas en su honor.
Salimos todos los meses a visitarla, tenéis más información en este enlace.
Comentarios
Publicar un comentario