DARJEELING (II)
Si en el post anterior hablamos del origen de esta bella ciudad, hoy os acercare algunos datos más interesantes.
Los dos productos que más contribuyen a economía de Darjeeling son el
turismo y la industria del té. El té de Darjeeling es conocido en todo el
mundo; debido a las condiciones agroclimáticas únicas de Darjeeling, tiene un
sabor distintivo natural, internacionalmente
reconocido como un indicador geográfico. Darjeeling produce el 7% de la
producción de té de la India, aproximadamente 9.000.000 kilogramos cada año.
Varias plantaciones de té se están funcionando
el modelo cooperativo de trabajadores, mientras que otros están siendo
planeadas para convertirlas en centros turísticos. Más del 60% de los trabajadores en los
jardines de té son mujeres. A diferencia que en otros lugares donde el se te convierte
en producto de desarrollo pero siempre en manos de multinacionales, en Darjeeling las cooperativas están haciendo
avanzar la economía local. Es obligado pararse en la carretera y bajar a charlar
con las agricultoras locales o hacerse entender a través del guía y que nos
expliquen estas cosas además de obtener algunas bellas imágenes de recuerdo
de la plantación. Además de té, la agricultura de la zona
incluye cultivos de maíz, mijo, arroz, cardamomo, patata y jengibre.
Los turistas dejan buenos ingresos en
Darjeeling. La arquitectura colonial caracteriza muchos edificios ejemplificado por varias residencias de estilo
Tudor, iglesias góticas, el Raj Bhawan, Club de los hacendados y diversas
instituciones educativas. Los
monasterios budistas son un escaparate de la arquitectura de estilo pagoda.
Darjeeling es considerado como un centro de música y un nicho para músicos y
admiradores de la música india. Cantar y tocar instrumentos musicales son un
pasatiempo común entre la población residente, que toman orgullo en las
tradiciones y el papel de la música en la vida cultural.
Hoy nos bendijo un moje en el monasterio
de Ghoom, sentados en el suelo escuchamos sus mantras y con los ojos cerrados
nos fuimos elevando por esas bellas montañas, sus colores ocres y anaranjados y
creímos ascender hasta las cumbres del Khangchendzonga para después volver a
bajar al bullicio de una ciudad que durante las horas de luz del días está
inmersa en un inmenso tráfico de todoterrenos que se disputan a turistas y
agricultores para acercarlos por pistas prácticamente inaccesibles a sus
lugares de trabajo y/o ocio…, suerte que está el Toy Tren para desconectar…,
pero mañana os lo cuento. Teneis todas las fotos del viaje en este enlace
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