MERCADOS DEL MUNDO(VII):GUATEMALA MERCADO DE CHICHICASTENANGO
Hoy os traigo un nuevo mercado, uno de los más coloridos y hermosos del mundo: Chichicastenango en Guatemala. Esta mercado indígena es se localiza en la región montañosa Occidental del Quiché. Cada jueves y cada domingo, la ciudad se llena de comerciantes indígenas que vienen de todos los rincones de las montañas y, sobre todo, de turistas atraídos por este bullicio y ansiosos, como yo, de llevarse alguna baratija y alguna foto con la que sorprender al regresar a casa.
Los puestos de mercado se derraman por estrechos callejones empedrados y amontonados con puestos de maderas y techos de tejas rojas. El mercado está es sin duda el más renombrado de Guatemala y casi de todas al América latina. Desde la tarde antes, en la víspera del mercado, decenas de indigenas van amontando sus cargas sobre la plaza principal y luego extienden sus hamacas entre las columnas de la plaza y se acuestan a dormir en espera de la jornada siguiente.
Los artesanos van fabricando mientras atienden a los clientes, obras únicas y auténticas, un privilegiado souvenir: máscaras talladas a mano, telas típicas, huipiles bordados, bolsas tejidas, collares de jades, alfarerías, cerámica, joyería, sombreros y bolsas de Nebaj, petates, sopladores y muchas cosas más. Y mientras nuestra cámara va recogiendo instantes mágicos como el de este heladero que acompaño.
Los artesanos van fabricando mientras atienden a los clientes, obras únicas y auténticas, un privilegiado souvenir: máscaras talladas a mano, telas típicas, huipiles bordados, bolsas tejidas, collares de jades, alfarerías, cerámica, joyería, sombreros y bolsas de Nebaj, petates, sopladores y muchas cosas más. Y mientras nuestra cámara va recogiendo instantes mágicos como el de este heladero que acompaño.
Y en la Iglesia de Santo Tomás, rodeada de champas que forman un laberinto, estas nobles gentes venidas de rincones muy lejanos se arrodillan para rezar y dar gracias a su Dios. Lo hacen con esa mezcla de religiones que ellos mismos se han ido montando con sus dioses ancestrales y los impuestos desde la otra orilla del lejano mar. Y con su fumarolas y sus rezos les dejamos mientras caminamos callejón abajo e intentamos entender alguna palabra de esa mezcolanza de dialectos y sonidos que escuchamos.
Comentarios
Publicar un comentario