CUADERNO DE VIAJE: CAZANDO AURORAS BOREALES EN EL ÁRTICO

Cuando era niña soñaba con conocer lugares recónditos del mundo absolutamente cubiertos de nieve y de una belleza extraordinaria. Soñaba con fotografíar paisajes que, para mí, estaban  fuera del razonamiento humano. Y por supuesto navegar mares lejanos. 

Pensaba que a esos lugares solo se podía llegar si eras una gran aventura con ansia de vivir experiencias extremas o una gran científica. Ambas cosas las descarté con los años, aunque a esta última sí que le dediqué  muchas horas mientras estudiaba mi carrera y lo compaginaba investigando lagunas remotas y congeladas en la cima de Sierra Nevada. 

Lo que no imaginaba es que años después, simplemente siendo una ciudadana normal, eso sí, rodeándome de las personas adecuadas podría cumplir uno de mis sueños. 

Tan solo 4 horas de sol en el mes de noviembre, temperaturas extremas donde las máximas no superan 0°C y como consecuencia una costumbre muy diferente a España, al menos al sur, muy poquitos humanos fuera de sus casas son algunas de las características que te encuentras cuando viajas al norte deNoruega. Desde que aterrizas cualquier cosa se convierte en sorprendente y cada paisaje que vas descubriendo te deja muda de emoción. La luz tenue entre amanecer y atardecer durante tan solo unas horas al día, la taiga y la tundra como compañeras de viaje y mientras tanto un río congelado, un escalofriante valle o un solitario fiordo. Pero no pensemos que estos paisajes están ausentes de vida, en el camino te puedes encontrar un simpático gavilán o un pigargo europeo viendo pasar el tiempo, una perdiz nival a la que cuesta distinguir camuflada en la nieve, unos alces descansando en un prado y para mí, uno de los momentos más deseados del viaje, un grupo de ballenas jorobadas alimentándose de arenque junto a un enorme grupo de orcas pescadoras.

Pero sin duda, si tuviera que destacar un momento de todo el viaje sería la satisfacción de "cazar" una espectacular aurora boreal que me emociono al sentir lo afortunada que era por estar contemplando este impresionante fenómeno. No hay forma de poder describir lo que se siente al estar bajo su baile y solo quiénes se atreven a viajar al lejano Ártico pueden experimentarlo.

 

Vídeo de mi experiencia viajera en Noruega

Aunque en muchos momentos durante el viaje lo llamamos suerte, hay un factor fundamental y es dejarte guiar por profesionales que conozcan el lugar de destino como la palma de su mano. Sin duda, fue todo un acierto hacerlo con Ecowildlife Travel y el cazador de auroras, José Luis Rivera. Nos regalaron una experiencia única y emocionante.

ESTEFANIA MARTÍN

ECOLOCALIZA @ecolocaliza