DIA MUNDIAL DE LAS AVES MIGRATORIAS: Los picabueyes del bigote.

 


Como los más diestros trabajadores verticales, la pareja de picabueyes piquirrojos se mueve con rapidez sobre el cuerpo de su huésped. La observación de estos pájaros del tamaño de un estornino es habitual en África, puesto que se les encuentra asociados con los grandes ungulados. Sin embargo, hay algo en la frenética actitud de los dos pájaros que nos dice que hay algo diferente esta vez.

Existen dos especies de la familia Buphagidae, los picabueyes o búfagos. El picabueyes piquigualdo, extendido por la mayor parte del África subsahariana y el picabueyes piquirrojo, especie que nos ocupa aquí, que se distribuye por toda la franja de África oriental.

Los picabueyes se alimentan de los parásitos que atormentan a los antílopes, búfalos, jirafas o rinocerontes, además del ganado doméstico. Este mutualismo parece beneficiar a ambos, pájaro y mamífero, pero en la Naturaleza, las cosas no suelen ser tan sencillas como nos parecen a simple vista. Se ha observado en estos pájaros de pico afilado como las hojas de unas tijeras un comportamiento menos benéfico, más oscuro: cuando las garrapatas escasean en su hospedador, los picabueyes se alimentan en las pequeñas heridas abiertas en la piel del animal que lo soporta, comiendo tejido y bebiendo la sangre que brota de la misma. Llegado el caso, estos aprovechados pajarillos pueden incluso llegar a abrir ellos heriditas y generarse su propia fuente de alimento. Esto los acaba convirtiendo más en parásitos que en asociados generosos.

Al principio de la observación de esta mañana en el bosque abierto de Tarangire, he pensado que se trataba de ese comportamiento parasitario y que los pájaros estaban alimentándose de pequeñas lesiones del impala. No obstante, la visión de los acosadores con sendos mostachos de general prusiano me aclara qué está pasando: la pareja está recolectando pelo del impala para forrar su nido. En plena temporada reproductora, los picabueyes, que suelen anidar en oquedades en los árboles y, a veces, en las paredes de las construcciones humanas, utilizan este material para convertirlo en algo muy confortable para sus pollitos.


Los hospedadores como el búfalo toleran totalmente a los picabueyes, a pesar de sus “malas acciones” ocasionales, que les producen molestias más que alivio. Pero hay otros anfitriones forzados de esta especie que parecen ser conscientes de esta faceta menos beneficiosa, en la que sólo obtiene provecho uno de los socios: los antílopes acuáticos y los impalas acaban echando a los picabueyes de su lomo y esto es lo que sucede con los protagonistas de nuestra observación. La hembra de impala reacciona finalmente sacudiéndose con vigor y embistiendo con la cabeza a los pájaros del bigotón, que vuelan con su botín hacia su nido en construcción.

En contrapartida, los picabueyes tienen un lado positivo, en sus relaciones con los grandes ungulados sobre los que se alimentan. Se ha estudiado su papel como "guardianes" de los rinocerontes: La mayoría de los rinocerontes observados, que portaban picabueyes sobre su lomo, fueron advertidos de la presencia humana a una distancia suficiente por el grito de alarma de los pájaros. En el lado opuesto, para los que no portaban picabueyes, la distancia de detección se redujo considerablemente, exponiendo a los rinos a un peligro potencial.

Al final, hasta las relaciones más interesadas, en el mundo animal, pueden tener una cara positiva.

La biodiversidad en los espacios abiertos de África oriental es tan apabullante, que incluso cuando los Cinco Grandes no hacen acto de presencia en un safari, una miríada de pequeños personajes hace las delicias del naturalista con observaciones como ésta.

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