CRUZANDO LOS ANDES: UN CUENTO DE SUPERVIVENCIA Y ECOTURISMO
La soledad del Águila de los Andes tras su captura
Una mañana fría, a más de 4.000 metros de altura en los Andes ecuatorianos, el agricultor acudió como cada día a la chakra a cultivar su tierra. Al llegar un enorme águila andina estaba posada en la tierra, fría y asustada.El hombre se acercó y la recogió con sumo cuidado, se la llevo a casa y comprobó que tenía el ala rota. La cuidó y la recuperó y la enseñó a posarse sobre una madera a la entrada de su casa. Todo el pueblo venía a verla, tenía un porte especial, era bella de verdad. Muchos vecinos les traían ofrendas, fruta, comida, regalos..., se corrió la voz y algunos turistas que pasaban por el pueblo se paraban a fotografiarla y dejaban algunas monedas sobre la mesa.
Con el excedente que producían las visitas del águila, el hombre no necesitaba ir al campo, su chakra comenzó a morirse, pero no le importó, su nuevo "negocio" le dejaba suficiente para no volver al campo. El águila se curó y como ave libre, una mañana comenzó a tirar de su cuerda para marcharse, el hombre asustado la metió en casa y tras consultarlo con la familia le corto las puntas de sus alas y se prometió a hacerlo cada vez que crecieran para impedir que marchará. Además confió en su hijo este nuevo "negocio", él buscaría clientes que traer para la fotografía .El chico salia cada mañana con el ave a pasearla que todos la vieran.
Sucedió que otros vecinos tuvieron envidia y subieron a la sierra. Algunos volvieron con pollos de águila que comenzaron a criar. Al poco tiempo en el pueblo había más de 10 águilas que animaban la única calle polvorienta que corría por el pueblo. Seguían viniendo turistas que se repartían para fotografiarse con las águilas, pero ya no daba para tanto. Los vecinos se aburrieron de llevar ofrendas, ya no era tan benefactora el águila, ya había muchas.... El hombre cayó enfermo y dejó de salir a la calle, sufría al ver tanto desdén y rencor de sus vecinos.
El chico no ganaba suficiente para mantener su familia con el águila. Una mañana se sentó frente a su padre enfermo y le dijo que debía dejarlo, que ahora debía buscar como mantener a la familia. Su padre le bendijo y le dijo "sube al monte y hazte cargo de la chakra, cultivala y volvamos a la agricultura". Y entonces el chico le dijo al padre " padre como puedo hacerlo si usted no me enseño a cultivar".
Y debio dejar el pueblo de sus ancestros, marchar a un suburbio de la ciudad y mendigar para poder salir adelante.
Este cuento nace de la pena de ver águilas cautivas en el Cañón del Colca en Perú, Águilas de los Andes que son capturadas para que turistas de "los selfies", una especie desgraciadamente cada día más abundante, tenga su "trofeo" en casa. Necesitamos cada día más de un turismo responsable y que los guías de turismo no formen parte de este mercadeo.
Cada veranos volvemos a la zona, si nos quereis acompañar tenéis toda la información aquí.
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