COMUNIDAD KICHWA AÑANGU EN ECUADOR
La hormiga cortadora de hojas es conocida en la comunidad Kichwa del Yasuni, en la amazonía ecuatoriana, como añangu, y así se llama el rio de casi 8 kilómetros que une el lago del mismo nombre en el corazón de la zona amazónica del Ecuador con el rio Napo que junto con el Coca forman el embrión que dará nacimiento en la frontera con Brasil al padre Amazonas.
Cuando uno penetra en esta selva primigenia
del bosque tropical húmedo, le alcanza la sensación de que nuestro planeta,
pese a que nos empeñemos, es inabarcable. Ni las barcazas que surcan el Napo
cargadas de camiones cisternas de petróleo, ni los pozos que vemos levantados
en los 70 kilómetros de rio que hemos recorrido, nos quitan la sensación de la
pequeñez de ser humano ante tal prodigio de la naturaleza.
La Reserva de la Biosfera del Yasuni ocupa más
de 1.100 kilómetros de bosque protegido
que la ONU y Ecuador se empeñan en hacer invisible a los ojos de la codicia y
la explotación que solemos someter a estos lugares ricos en minerales y
combustibles fósiles.
Su situación al pie del altiplano andino coronada por imponentes montañas y conos volcánicos, algunos de los más grandes de nuestro planeta como el Chimborazo, el Antisana o el Cotopaxi, lo hacen receptos de las copiosas aguas del deshielo y de la incesante lluvia que dejan las nubes de condensación que se producen en su privilegiada situación.
Decenas de aves tropicales revientan la paz de
la selva con su canto mientras avanzamos en canoa por el río. Aquí podemos
encontrar aves jurásicas como el Hoatzil, una especie de pavo con un sistema gástrico
de otros tiempos a las que los Kichwa llaman pava hedionda, o los enormes
voladores carroñeros como los buitres reales o de cabeza amarilla entre
picaflores y martines pescadores de coloridos plumaje.
El puma y el jaguar son los reyes de esta
selva, pero esquivos y escondidizos para el viajero. Nos conformamos con
caimanes, anacondas, capibaras y nutrias que son más fáciles de encontrar.
Pero en este viaje además iniciamos un proyecto que, aunque embrionario, ya será inherente en todos nuestros viajes y expediciones. De la mano de BE FOR PLANET venimos a cumplir con el deseo de todos los viajeros de intentar compensar la huella de carbono que nuestra expedición ha infringido al medio ambiente.
No consiste en acallar nuestras conciencias,
consiste en tener la responsabilidad de mitigar al máximo la contaminación que
producimos por nuestro derecho a viajar y conocer otras comunidades y
espacios. Nuestra huella nos importa, e importa a estas
comunidades que viven en armonía con el entorno y con el respeto heredados de
sus ancestros.
Hoy replantamos un centenar y medios de
arboles que no solo respiraran para nosotros, sino que además, con sus raíces,
intentaran detener la fuerza del rio Napo, que desatado por el cambio
climático, amenaza cada temporada la vida de estas comunidad que con escasos 4.000
miembros, se reparten en 80 kilómetros de rio entre el Coca y la selva.
Teneis toda la información de nuestros proyectos en este enlace.
Comentarios
Publicar un comentario