CAMINANDO ENTRE HIPOPÓTAMOS EN EL RÍO MARA
Un safari a pie por la sabana
africana lejos de la segura fortaleza metálica del coche es una experiencia muy
emocionante. Si ese safari va precedido de un ranger con su fusil de asalto en bandolera, la sensación de estar
caminando por uno de los espacios naturales más peligrosos del planeta se
dispara. Salimos una vez más de safari con Ecowildlife Travel.
El sendero arranca en un punto de
la ribera del río Mara cercano a un destacamento fronterizo de los rangers del Kenyan Wildlife Service. Allí se acumulan unos cuantos cráneos de
hipopótamo y alguno de cocodrilo, las dos especies protagonistas del safari que
recorre un tramo sobre el talud de la margen izquierda el río.
Allí podemos observar entre
nuestras manos los colmillos de los hipopótamos, impresionantes cimitarras de
marfil capaces de infligir heridas pavorosas a sus rivales intraespecíficos.
Es cierto que se establecen
jerarquías, con ejemplares dominantes y otros sometidos a su dominio.
Observamos a los adolescentes de siete u ocho años que, mediante el juego que
suele ser la escuela de vida de muchas especies en sus primeras etapas, van
probándose, midiendo sus mandíbulas, confrontándolas en luchas incruentas y
practicando bostezos que, enseñando una boca aun desprovista de las afiladas
cuchillas de los adultos, de momento no intima a nadie.
Continuamos con nuestro paseo, observando a los terroríficos cocodrilos del Mara soleándose en sus playas privadas. Viven la temporada anual de las vacas (ñus y cebras) gordas, pero tienen tal entidad que les dedicaremos una entrada en la que tengan el protagonismo que merecen.
Del río salen sendas, las
llamadas “autopistas de hipopótamos”, encajonadas primero en zanjas excavadas
en el talud por el paso constante de estas mega bestias, las segundas en tamaño
entre los mamíferos terrestres. Estas zanjas facilitan el paso de otras
especies en su acceso al río, para beber o para cruzarlo. Son los caminos de la
vida y de la muerte para las grandes manadas en migración, con los dragones del
río como jueces inmisericordes.
Una vez en la ribera, las zanjas
se convierten en senderos que irradian hacia la sabana. Estos son pasos
individuales, puesto que los hipos se alimentan durante la noche en solitario,
excepto las hembras con crías. Durante la noche es cuando los hipopótamos se
tornan intolerantes con sus congéneres. No se sabe a ciencia cierta el porqué
de este comportamiento arisco con los suyos en las zonas de alimentación, pero
los expertos especulan si debido a su tamaño descomunal que pone a los adultos
fuera del alcance de la mayoría de depredadores, no necesitan ser gregarios y
compartir los pastos.
Podemos identificar estas sendas porque están marcadas con excrementos que los hipopótamos proyectan contra las matas, esparciéndolos con la cola. Las heces manchan la vegetación como manchas de pegajoso chapapote vegetal. De nuevo, será necesario investigar más sobre este comportamiento, sin duda implicado en algún tipo de señalización, bien reafirmando la propiedad del sendero o bien guiando olorosamente a su usuario en la oscuridad.
Acabamos nuestro paseo por el río
cuando topamos con un puente de hierro. Esta estructura humana nos saca de
golpe de la inmersión en un paisaje que ha cambiado poco en los últimos miles
de años.
En Navidad salimos de nuevo a Kenia, os dejo la información en este enlace.
JOSÉ CARLOS DE LA FUENTE
@DELAFUENTEJOSECARLOS
Fantástico vídeo y magnífica explicación sobre estos animales tan desconocidos para la mayoría de los humanos. Muchas gracias
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, Emilia. Fue muy intenso vivirlo y muy bonito poderlo compartir. Gracias por comentarlo y un fuerte saludo.
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