CULTURA SAPMI: Un viaje por 5.000 años de historia



Los grabados de Alta, una cita imprescindible con la historia de Europa y sus primeros habitantes

El aroma del café caliente en el vestíbulo de entrada al Museo de Alta en Noruega nos recibe. Llego con el corazón un poco encogido por la posibilidad de que las heladas nocturnas nos impidan visitar los petroglifos de Hjemmeluft/Jiepmaloukta, a escasos metros del edificio.

El frío convierte las pasarelas en pistas de patinaje no aptas para nuestros viajeros. Pero los tímidos rayos de sol otoñal en estas tierras hacen su trabajo y tenemos el camino franco hacia la costa del Altafjord que baña esta tierra.

Nos encontramos en un rincón remoto del Ártico noruego, donde el hielo eterno acaricia la tierra y el cielo se ilumina con las auroras boreales, allí está, bajo alces y álamos el tesoro escondido que perseguimos: los petroglifos de Hjemmeluft en Alta. Estos antiguos grabados, que tienen entre los 7.000 y los 2.000 años de antigüedad, están tallados en las rocas lisas y rotundas que emergieron del fiordo y nos susurran historias de un pasado lejano y misterioso, donde la humanidad interactuaba con su entorno de formas que apenas comenzamos a comprender.


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Los petroglifos, esculpidos con minuciosidad y precisión, representan escenas de caza, figuras humanas y animales que alguna vez deambularon por estas tierras heladas. En estos grabados, vemos la silueta de renos, alces y osos, eternamente congelados en un momento de vida salvaje y primigenia. Los artistas prehistóricos que crearon estas obras maestras no sólo dejaron una huella física en las rocas, sino que también nos legaron una ventana a su mundo espiritual y cotidiano. Estos grabados son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Hjemmeluft, o Jiepmaloukta en sami, ofrece un panorama impresionante del Ártico, donde el silencio reina y la naturaleza se despliega en su forma más pura y majestuosa. Las piedras, salpicadas con figuras y símbolos, parecen cobrar vida bajo la luz cambiante del sol y la luna, revelando nuevos detalles con cada observación. Estos petroglifos no son meros dibujos, sino un diálogo eterno entre el hombre y la naturaleza, una conversación que ha perdurado a través de los milenios.

Las manos que tallaron estos grabados pertenecían a personas con una profunda comprensión de su entorno. En cada línea y curva, se percibe el respeto y la admiración por los animales que les proporcionaban sustento y por los espíritus que creían habitaban su mundo.

Los petroglifos de Alta son, en esencia, un canto a la vida y a la supervivencia en un paisaje severo y hermoso. ¡Qué falta nos haría ahora ese respeto por nuestro entorno!

Hoy, mientras caminamos por los senderos que bordean estas rocas antiguas, podemos sentir la conexión con aquellos que vivieron en armonía con la naturaleza mucho antes de que la tecnología y la modernidad transformaran la faz del planeta. Los petroglifos de Hjemmeluft nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia existencia y sobre la huella que dejamos en el mundo.

Vuelvo la vista atrás al salir del Museo de Alta y me estremezco al pensar que acabo de disfrutar del arte de unos indígenas europeos que supieron adaptarse y prosperar en una naturaleza inhóspita y difícil.

Estos antiguos grabados son un recordatorio eterno de la capacidad humana para crear, comunicar y coexistir con el entorno natural. En cada símbolo, en cada figura, se encierra un legado de sabiduría y belleza, un testimonio del ingenio y la espiritualidad de nuestros antepasados que sigue resonando en el presente.

JUAN RAMÓN PÉREZ

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