PLASENCIA: SALI A TOMAR UNA CAÑA Y ME LIE..., ESPACIO BLOMBERG


Meses llevaba sin escribir sobre esos lugares únicos para liarse tomando cañas y la verdad, no me podía esperar que este nueva entrega sucediera en la capital sin provincia de Plasencia, en Cáceres. Y no por que no me lo hubieran contado, más bien por que no me lo creía.

En otro post quizás os cuente que me ha parecido la ciudad, pero me apetecía hablar hoy de cañas.

Llego de la mano de los chicos de la empresa pública de turismo y me cuentan que hay un lugar donde se fábrica cerveza artesanal, el Espacio Blomberg, y allá me presento a conocerlo. Sus impulsores, una placentina de carácter, Laura y un holandés errante que llego con las renovables y al final sucumbió a la cerveza, Hans. Ella dice que quizás sea descendiente de algún noble que acompañó a Carlos V a Alemanía y Flandes, él, con sorna, dice que quizás sea descendiente de algún soldado de los tercios de Flandes.

Se han instalado en la Casa de Varona y Vargas en Plasencia, casa que acogió una imprenta extremeña, que tiene el título de haber impreso la primera traducción de los viajes de Gulliver al castellano allá por el año 1.800 de nuestra época, la verdad es que me emocionó conocer este dato. Sea como fuere, han convertido esa casa en el Espacio Blomberg, un lugar para la promoción de artistas locales, una pequeña isla cultural en esta ciudad que fue un día joya de la corona castellana, capital de la burguesía más avanzada de la época y que, aún hoy, atesora palacios y casonas e iglesias del siglo XIII en adelante, algunas de ellas que no tienen nada que envidiar a las vecinas cacereñas proclamadas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y en ese rincón placentino, Laura y Hans nos cuentan la historia de su cerveza artesanal, entre trago y trago de las cinco diferentes combinaciones que tienen.

Bárbara Blomberg era una joven perteneciente a la burguesía alemana cuya vida tranquila iba a dar un giro cuando, con 19 años, conoció a Carlos V, el hombre más poderoso de la Europa del Renacimiento, y se convirtió en su última pasión. El emperador contaba 46 años de edad y llevaba viudo siete años. Bárbara supuso un soplo de aire fresco para el viejo y enfermo emperador.

Un año después de su primer encuentro, Bárbara daba a luz a un hijo bastardo. No era el primero que tenía el emperador fuera de su matrimonio, pero sí que fue, quizás, el más destacado. Este hijo que con sólo 15 meses fue arrebatado a su madre, sería el gran héroe de la batalla de Lepanto, Don Juan de Austria.

En 1555, Carlos V, anunciaba su abdicación y emprendía su último viaje hacia España donde esperaría la muerte entre los muros del Monasterio de Yuste, tres años después. La historia es mucho más larga pero solo quería llegar hasta aquí. Dicen que los monjes del monasterio le hacían al Emperador una cerveza que le encantaba a base de malta, cebada y trigo y con una mezcla justa de lúpulo. Y esa cerveza, la favorita de Carlos V, es la que Hans continua fabricando de forma artesanal en las orillas del río Jerte en Plasencia y es a esa mujer, la hermosa y libertina Barbara Blomberg, a la que Laura ha dedicado el nombre de sus cervezas que triunfan en el valle y las provincias extremeñas, las cervezas de emperador Carlos V.

De la cerveza Blanca se cuenta que es de estilo Weißbier, alemana como la bella amante, suave y rubia y de fácil bebercio; de la Original, la que saciaba la sed del Emperador, dicen que tiene todos los elementos para llenar la boca de los más exquisitos cerveceros, la mezcla justa que le confiere un sabor intenso y un dorado apasionado; de la Triple, solo os puedo decir que tiene los grados justos, 7,9, para tumbar al más valiente y que su aroma a pimientos de la Vera no hace más que conferirle una personalidad única sin igual. Luego están las enaltecidas con castaña o caramelo, ya para gustos más sibaritas y avanzados. Un loco, loco descubrimiento en Plasencia, un lugar único y unas anfitriones únicos para salir a tomar unas cañas y liarse, sin vergüenza, entre charlas sobre emperadores, descendientes, creadores e historias antiguas de curas, monjas y castellanos viejos. Historias que compartimos con David, nuestro guía, del que os hablaré en otro post, un placentino apasionado que coloca su bella ciudad, allá donde ningún político sería capaz de llevarla. 

Enhorabuena Laura y Hans, lo habéis conseguido: salí a tomar una caña y me lié de nuevo, esta vez en Plasencia. Os he dejado más fotos de la ciudad y del encuentro en este álbum fotográfico.

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