TANZANIA: DIARIO DE UNA AVENTURA EN ÁFRICA, CUANDO ÉRAMOS NÓMADAS


Las huellas de nuestros primeros pasos en la Humanidad en el Museo de Oldupai en Tanzania

Hemos pasado un par de años duros, donde nos han coartado algunos libertades,  y donde, muchos, no han sido capaces ni de mantenerse en casa unos días cuando  lo pedía el Gobierno. Queremos salir, vivir, buscar..., nos negamos a que cercenen la libertad ganada desde hace muchos años, nos negamos a que cercenen nuestro estado de bienestar. 

Sin darnos cuenta, estamos volviendo al origen, cuando la vida del sapiens valía lo que valían sus pies corriendo o su fuerza derrotando a otros competidores en la sabana. Cuando éramos nómadas y buscamos la carne que nos alimentara para sobrevivir, al menos, teníamos la excusa de nuestra supervivencia y aunque de eso han pasado ya varios miles de años, hoy, en la selva común, parece que nada ha cambiado.

Y es que ahora que regresamos de nuevo de los majestuosos paisajes de África y hemos estando visitando, de nuevo, la cuna de la humanidad en el Valle de Oldupai en Tanzania, hemos vuelto a emocionarnos con las huellas de nuestro ancestros, las primera huellas de los homínidos que caminaron a dos patas y esa lección, nos ha entrado por la vista, entonces éramos nómadas y parece que pasando de puntillas por el paisaje, se diría que a la Tierra le iba mejor, no alcanzábamos a hacerle daño.

En las enormes llanuras de Serengeti, donde la vida emerge por doquier y cualquier ruido nos invita a conocer de cerca al ser que lo ha producido o nos destapa un nuevo misterio, el sedentario, es decir tú querido lector o lectora y yo, añoramos la infinita estepa a la que renunciamos por una vida mejor. O eso al menos supongo yo.



En la sabana que hemos visto estos días, los animales campan libres, sin que el hombre los confine, ni les ponga un lazo, ni un abriguito en las mañanas por si tiene frio, es un espacio que no ha sido domesticado por la agricultura ni por viviendas con cimientos, solo viven culturas que desean respetar su entorno y como fervientes creyentes del animismo, la respetan y veneran, por que esa tierra, ellos lo saben, es un ser vivo más al que hay que cuidar y respetar.

Habría que retroceder en el tiempo en Europa, quizás a aquellos antepasados que hoy vamos descubriendo en la Sima de la Sierra de Atapuerca para experimentar algo parecido. Pese a lo que quiera contarnos Trump y sus seguidores, en Norteamérica, esas imágenes se podían ver solo hace unos siglos, justo antes que los españoles llegáramos a suelo americano, y siguieron acompañándonos cuando ya estábamos allá al menos un par o tres de siglos más.

Pero en África, donde situamos la cuna de humanidad y donde hemos pasado los últimos días, esas cosas siguen sucediendo y afortunadamente, nosotros seguimos viéndolas en nuestros viajes, y seguimos respetándolas y difundiéndolas y no sentimos orgullosos de ello.

En breve salimos de nuevo, te dejo la información y si te apetece no dejes de ver el vídeo que hemos grabado.

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