El crepúsculo de los ibis. En el Día Mundial de las Aves 2023

 

Miles de moritos sobrevuelan los dormideros en la Encanyissada.

Como si la caída del sol fuese una señal, los bandos empiezan a entrar puntuales por encima de nuestras cabezas. Nos encontramos en un mirador junto a la laguna de la Encanyissada, asistiendo a uno de esos inigualables crepúsculos del Delta.  Frente a nosotros, una pantalla de madera con las troneras que enmarcan el paisaje y, más allá, la laguna, el carrizal inmenso, lo salvaje… A lo lejos, el arrozal con las típicas barracas deltaicas, símbolo de la lucha del hombre por domar la tierra ganada al mar y, como telón de fondo, la sierra del Montsià como una muralla que se alza iluminada por el sol poniente.

Poco a poco, los moritos de silueta oscura empiezan a llegar por cientos desde sus zonas de alimentación en los campos de arroz. El cielo sobre el cañizar se cubre absolutamente de estos ibis. Por millares, sobrevuelan el lugar donde van a dormir. Vuelan en círculo mientras se lo piensan, descienden y, simultáneamente, cientos de ellos vuelven a alzar el vuelo inquietos.

Vídeo del Día Mundial de las Aves 2023 desde el Delta del Ebro

La puesta de sol ha cobrado vida y el tiempo se dilata ante nosotros de tal manera, que no parece acabar nunca. Nos sobrecoge cómo miles de pájaros en movimiento no producen más sonido que el rumor de sus alas, como si escucharas el oleaje lejano. En medio de esta epifanía, no es de extrañar que los antiguos egipcios adorasen a los ibis y al sol.

Los prismáticos nos muestran que la mancha blanca que vemos en la parte más alejada del carrizal son garzas que ya ocupan sus puestos para dormir. Y cuando ya parece que la noche corre las cortinas, centenares de golondrinas son las últimas en llegar, para buscar la protección de la marisma hasta mañana.

Los moritos son muy sencillos de identificar en vuelo, ya sea por su silueta inconfundible o por sus formaciones aparentemente desordenadas.

El morito vivió momentos críticosen España. En los años ochenta y noventa del siglo pasado, temíamos por su extinción. Formaba parte de un puñado de aves acuáticas en peligro, que simbolizaban la conservación de los humedales en aquella época. La garcilla cangrejera, el calamón o el mismo morito eran para mí especies muy deseadas cuando me iniciaba en la observación de aves y, fue precisamente aquí, en el Delta del Ebro donde las observé por primera vez. Los que parecían ser los últimos ibis europeos forrajeaban en un arrozal inundado cerca de Els Muntells una mañana de los años noventa en la que los vi por primera vez. Formaban las avanzadillas del grueso que ha ido recolonizando Europa desde la población original de Doñana. Su carácter explorador, algunos cambios ambientales en los usos agrícolas de las zonas húmedas y el maná en forma de cangrejo rojo americano han propiciado su expansión, hasta situar a la especie en la categoría de Preocupación Menor (LC).

Es, por eso, que este atardecer lleno de vida significa tanto para quienes amamos a las aves y a esta tierra joven, tan amenazada por el cambio climático. No se me ocurre mejor manera de celebrar del Día Mundial de la Aves que asistiendo al espectacular crepúsculo de los ibis en el Delta del Ebro.

Comentarios

  1. bonito post, bonito dìa y bonito atardecer amigo, muchas gracias

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  2. Es un gustazo compartirlo y si es en vivo, mejor. Gracias a ti. Un abrazo.

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