El árbol de las señales. La vida social del guepardo.
En medio de la inmensa manada, los ñus ubicados en el borde levantan la cabeza, atentos a la hierba alta. No sabemos qué amenaza los inquieta hasta que, siguiendo su mirada, conseguimos avistar el lomo moteado de un guepardo.
Miles de ñus inundan la sabana
del norte del Serengeti, en la frontera con el Masai Mara. Algunas tardes están
cayendo benéficas lluvias con las que los safaris adquieren una atmósfera
poética. Además de esa percepción nuestra, las tormentas en esta época
sorprenden y confunden a los antílopes migradores, que no acaban de decidirse a
cruzar el río Mara, en su peregrinaje eterno en busca de los pastos frescos.
En medio de la inmensa manada,
los ñus ubicados en el borde levantan la cabeza, atentos a la hierba alta. No
sabemos qué amenaza los inquieta hasta que, siguiendo su mirada, conseguimos
avistar el lomo moteado de un guepardo. A este gato, se le añaden dos más, que
marchan tras él: es una coalición de machos de esta especie.
La actitud de los tres depredadores no es de caza, pero la manada los rodea, dejando un amplio espacio circular vacío. Han establecido un perímetro para controlar el paso de los guepardos, porque, a pesar de ser los más pequeños de los grandes gatos africanos, estos se cuentan entre los cazadores más eficientes y, en consecuencia, son muy temidos por las especies presa. Si bien un guepardo no sería capaz de matar a un ñu adulto, una alianza de tres grandes machos lo puede abatir de forma coordinada, como se observó en muchas ocasiones con los famosos Tano Bora que vivieron en el Masai Mara.
Shaban, mi colega tanzano, decide rodear ampliamente a los animales
y esperarlos en el único árbol de los contornos. La intuición nos dice que los
tres merodeadores van a venir hasta aquí y no parece que sea en busca de
sombra, como hemos observado otras veces, aunque era en contextos mucho más
calurosos que estos días refrescados por las lluvias.
Los guepardos vienen al árbol a marcar. ¡Hemos encontrado uno de esos centros de comunicación repartidos por toda el África salvaje! Llegados al árbol, los guepardos despliegan todo su comportamiento de comunicación química: arañan el árbol con las zarpas delanteras, erguidos sobre dos patas; orinan en spray contra su tronco, con esa técnica típica felina; arañan la tierra con las patas traseras y defecan sobre la marca resultante y se revuelcan por el suelo, con la probable intención de dejar el contenido de alguna de las glándulas repartidas por su cuerpo. Todo esto lo hacen comprobando olfativamente la zona, particularmente el tronco del árbol, porque no solo ellos dejan allí sus mensajes químicos, sino otros miembros de su especie, a veces durante muchas generaciones. Incluso, si tienen suerte, un hembra receptiva ha podido dejar allí su tarjeta de visita.
Algunos ñus han venido siguiendo a los guepardos, vigilando sus movimientos hasta que salgan de la esfera de seguridad de la manada. Es fascinante, la curiosidad de las especies presa hacia los depredadores, que se explica por la necesidad de aprender sobre ellos, como una herramienta más de supervivencia.
Puedo entender la importancia de
estos puntos de marcaje de guepardo, gracias a haber escuchado en el estupendo podcast Maneras de vivir salvajes la entrevista que Marcos Mallo Leira le
hizo al investigador gallego Rubén Portas, que trabaja con esta especie enNamibia. Según explicaba este científico de campo, los guepardos machos, a
menudo unidos en coalición de varios individuos, suelen habitar un área vital
muy extensa, en la que excluyen a otros machos de su especie. Las hembras, en
cambio, vagan por territorios mucho más laxos, que se solapan con los de varios
defendidos por el género opuesto. Entre los territorios de los machos suele
haber franjas que los separan, que pueden tener una anchura de más de veinte
kilómetros.
Es en estas franjas donde se
ubican los centros de información imprescindibles para regir la vida social de
los guepardos. El soporte puede ser una roca aislada, un viejo termitero o,
como en el caso que nos ocupa, un árbol o arbusto de buen porte. Los machos
patrullan, vigilan y marcan incesantemente estas balizas olfativas y visuales,
hasta que el vagabundeo de una hembra en celo la trae hasta allí y hacer saber
su presencia y condición mediante un mensaje químico. Entonces, la hembra se
apareará con todos los componentes de la coalición, sin que se establezca una
jerarquía entre ellos para acceder a sus favores.
Comenta Rubén Portas la dificultad en localizar estos lugares en los inmensos espacios naturales africanos, verdaderas agujas en el pajar, aunque, la experiencia les permite identificarlos, en ocasiones. Nosotros, particularmente en mi caso, tenemos menos experiencia rastreando guepardos, pero la intuición alimentada por un buen puñado de observaciones nos ha traído hasta este árbol solitario, para poder asistir al maravilloso espectáculo de la vida pura y salvaje en los espacios naturales de Tanzania.
En Diciembre salimos de nuevo a Tanzania, tenéis toda la información en este enlace.
JOSÉ CARLOS DE LA FUENTE
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