DESDE MI VENTANA: LOS TEJADOS DE ALBARRACIN
En una mañana de sol asustadizo, Albarracín me despierta con el sonido de las aves; los jilgueros de mi ventana trinan sin parar y las nubes que quieren comenzar a marchar, intentan dejar soñar a los tímidos rayos del sol.
Me asomo a una pequeña ventana del hotel Rural LA CASONA DEL AJIMEZ que desparrama su vista por los tejados y las chimenenas de Albarracin. 200 años de historia cubren sus paredes, historias de moros, cristianos y judíos la asaltan y en la casa, todo nos evoca a aquellos tiempos ya lejanos. El sol insiste, quiere salir de entre unas nubecillas bajas y esos escasos rayos inundan la estancia, tranquila y acogedora. Un olor a cafe recien hecho se cuela por las rendijas de la puerta. Paz.
Las campanas de la torre de la IGLESIA DE SANTA MARIA, justo comienzan a dar las los cuartos de la 8:30. Es la iglesia más antigua de esta hermosa localidad y como cada máñana desde hace más de 10 siglos, llama a los fieles a la oración. En la Catedral, el azulejo verde brilla con renovado ímpetu, mientras las tejas rojas de las casas, se van secando de la húmeda noche con el tímido sol de la mañana mientras, a lo lejos, se nos cuela el murmullo del agua que borbotea rio abajo, es el RIO GUADALAVIAR que rodea la ciudad y que más tarde se convertirá en el río Turia. Relax.
Desde la ventana de mi habitación del La Casona del Ajimez, en la autodenominada "LOCALIDAD MÁS BELLA DE ESPAÑA", amaneció esta mañana de joven primavera con el canto de los pájaros y los sonidos intramuros de una ciudad que fue medieval y a la que su castillo guarda celosamente.
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