INDONESIA: EL RIO SEKONYER EN LA SELVA DE BORNEO

Abandonamos la bahía definitivamente, las últimas barcas de pescadores nos despiden a los lejos, ahora sólo nos queda la profundidad de la selva y el deseo del primer encuentro con el gran simio. Es territorio del orangután, a nuestra derecha los inmensos bosques secundarios de Kalimantan, a nuestra derecha el Parque Nacional de Tanjung Puting, último reducto en Indonesia del mono rojo, el “hombrecillo de la Jungla” como le llaman los dayak.

Navegamos sin prisa con la cámara apuntando a las orillas, la humedad nos cala, un calor insufrible hace huir a los marineros bajo cubierta, arriba solo nos acompaña el guía y observador. El agua es marrón oscura. Han encontrado una mina de circonitas río arriba e ilegalmente están limpiando rocas con el agua del río y enturbiando la vida de los seres que habitan la corriente. Como Marlow ( el corazón de las tinieblas), mis pensamientos me llevan más allá del río, más allá  incluso de mi conciencia de urbanita, mis pensamientos están en la copa de los árboles, en las ramas más altas, busco respuestas lejos de la barcaza, quiero ver, de nuevo, un gran simio en libertad. Por muchas veces que fui a África nunca tuve la oportunidad de tener contacto con el gran gorila de montaña ni con los chimpancés de Tanzania o Ruanda. Como Marlow, voy buscando a un Kurtz, al gran simio rojo. El único gran simio que vive fuera de África.

La selva es verde esmeralda, el cielo limpio y las primeras estrellas ya asoman en el cielo. Un viejo pescador lanza las redes desde la orilla. De repente, sobre unas palmas, un movimiento seco, otro le sigue, la palma se agita rabiosa, una nube solitaria descarga un chaparrón, el río bulle con el calor y la humedad y comienza a levantarse una fina niebla, el pulso me tiembla, un ruido, como un leve gruñido sale de la jungla, grito al capitán que pare la barca, el motor se para en seco y la inercia nos mueve adelante…, un ser gigantesco asoma su cara entre el verde follaje, su cara negra, el pelo rojo, los ojos oscuros, la expresión asustada, mi cámara no responde, mi mano tiembla, sólo acierto en la huida a disparar una sola vez. La lluvia cesa, el animal ya marchó, el guía me mira incrédulo, sonrío estúpidamente…, se que lo he conseguido, se que esta foto es vuestra por que la estáis esperando.

Tenéis otra entrada de Borneo aquí  y el resto de fotos de orangutanes en este enlace.

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