LIVERPOOL: TOMANDO UNA PINTA CON JOHN LENON

Si la semana pasada me perdía con las cervezas del Espacio Blomberg en Plasencia, hoy me he perdido por la fría sucia y húmeda Liverpool buscando por sus calles la mítica presencia de alguno de los miembros de los Beatles. No los encontré pero si me dió tiempo de retroceder al pasado cuando nos juntábamos en el ambigú de cine de verano de mi barrió en la adolescencia y con un viejo radio casette copiábamos las letras de sus canciones y luego las traducíamos al castellano para cantárselas a las chicas..., recuerdos y recuerdos que es lo que se ha convertido la ciudad pese a su lavados de cara de los muelles.

Muchas veces soñé, como todos los de mi generación, terminar algún paseo en Liverpool, en la Mathew Street, en la taberna donde "los cinco" llegaron a ofrecer más de 250 conciertos cuando todavía no eran conocidos fuera de esas viejas calles. Era un sueño que conseguí hacer realidad  hacer unos días.

El Cavern, el mítico club, ya no está en el mismo sitio, pero es igual las colas se siguen sucediendo en su puerta para bajar a la sala de conciertos. Y en su barra se acumulan las pintas de Guinnes y otras cervezas locales. Y en sus salas se siguen coreando las viejas canciones de los Beatles y en su escenario siguen subiendo nostálgicos artistas que se saben todas sus canciones par asegurar su éxito, ya que todos las cantamos sin parar. Todos somos todos, algunos ya entrados en años pero muchos jóvenes que se han incorporado tarde a la moda ya que muchos de ellos ni tan siquiera habiendo nacido en el apogeo de la banda de Liverpol.

Las paredes garabateadas de historia y llenas de cuadros de celebres actuaciones en el local así como de recuerdos de los legendarios. La música subida de volumen consigue que, junto a la cerveza, podamos alcanzar el climax betlemaniaco que veníamos buscando muchos de los que llegamos hasta aquí.

Luego al salir, en la calle, John Lenon nos recuerda entre gritos de borrachos y luces horteras de neón, que el fue y se hizo grande allá. Parece que de los cinco es el mítico, el que todos queremos tener en nuestra fototeca. A la ciudad por cierto, parece que ya les da igual el tema y han abandonado el barrio a los turistas borrachos.

Abandonamos la zona tarareando el "obladi obalda" que se nos pego hace 40 años camino del tren de regreso.

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