LOS PUEBLOS DEL RENO

 

Caminamos por el bonito camino que recorre la distancia entre la cueva del Castillo y la de las Monedas. Abajo, la vista al encantador valle del río Pas a su paso por Puente Viesgo. El aire fresco de la mañana cántabra no acaba de sacudirnos el impacto que supone visitar uno de estos santuarios del arte paleolítico cuando ya estamos descendiendo por las resbaladizas rampas y escaleras de las Monedas.

La cueva es un deslumbrante espectáculo geológico. Estalagmitas, estalactitas, columnas que las fusionan por decenas, por cientos. Coladas, verdaderas cascadas de caliza petrificadas. Brillos minerales a la luz de la linterna de Cecilia, nuestra guía. Excepto cuando ella nos explica algún aspecto de la litogénesis, que se produce ante nosotros con el tempo de los milenios, o nos advierte de algún paso peligroso, guardamos el silencio reverente debido en un templo. El sonido del agua goteando, escultora de todas estas maravillas que nos envuelven, completa la atmosfera mágica y misteriosa de la caverna. 

Hay unas cavidades similares a nichos son oseras históricas. En la cueva aparecieron los esqueletos de tres osos que le dieron nombre hasta otro hallazgo posterior. A nuestros pies, se abre la boca de un sumidero que ocultaba un secreto, como el decorado de cartón piedra perfecto de los cuentos tradicionales. Según nos explican, los espeleólogos siguieron el rastro de las huellas de unas botas claveteadas al estilo del SXVI hasta el pozo de 23m de profundidad. Descendieron y encontraron las huellas en el fondo y   un saquito con 20 monedas de la época de los Reyes Católicos. Se ha deducido que el misterioso personaje debió de llevarse un tesoro mayor y que, en su ascensión se le cayó el saquito. No volvió a por él porque el botín que ya cargaba era mayor…

Pero el verdadero tesoro aún permanece en la caverna de las Monedas. El camarín donde se encuentra el arte parietal es estrecho y debemos ascender a él en grupos aún más pequeños. Como pasa siempre con este arte, en cuanto tu vista se costumbra a ellas, las pinturas empiezan a aparecer ante tus ojos. Sobre las paredes blancas, del color de la nieve sucia, los magdalenienses del final de la última glaciación dibujaron en negro, con carbón vegetal, un pequeño bestiario de la fauna con la que coexistían. Un bisonte, caballos, un oso, quizá un zorro ártico y renos.

Los dibujos, sencillos, pero no simples, tienen una extraña calidad fotográfica y la observación del reno más grande de todos, me remite directamente al ártico noruego. El paisaje del cantábrico de hace 13.800 años debió de ser muy parecido al que observamos en nuestros viajes a Noruega. Los renos de los sami, la misma especie que dibujaron aquí otros humanos del frío, vagabundean por la tundra nevada. El análisis del polen fósil y los escasos restos de vegetación que los científicos piensen que en los paisajes ibéricos de la época había coníferas, enebros y abedules que también encontramos en el lejano norte, en la frontera con la estepa abierta helada de la tundra.


Os dejo un video sobre renos que os gustará

Los pintores o las pintoras, porque cada vez gana más peso el papel de las mujeres en la producción del arte paleolítico, no podían saber que aquel mundo de frío intenso se acababa. La llegada del Holoceno con el periodo cálido, en el que aún vivimos, iba a traer profundos e irreversibles cambios ecológicos y culturales. Con ellos cambiaría la forma de entender el mundo y desaparecería aquel arte naturalista. Los hielos retrocederían hacia el norte y su fauna y su gente se acantonarían en lo que hoy es el techo de Europa.

Hay muchas formas de viajar en el tiempo, que además son complementarias. Podemos ascender al ártico y recorrer sus paisajes nevados o descender a una cueva en la que unos artistas prodigiosos nos legaron el testimonio de su mundo. 


Si os animáis este invierno aun queda plazas para las salidas de naturaleza y auroras boreales en Noruega, tenéis la información en este enlace.

Comentarios

  1. en Atapuerca nos explicaron bien lo que significaba para la fauna y los hominidos de la epoca esas tierras, esos valles que cruzaban desde el Pirineo, lugares de clima temperado y grandes concentraciones de animales. En la península muchos de ellos ya extintos pero que siguen en el Ártico conviviendo con el sapiens, la pregunta es hasta cuando?, el cambio climático esta afectando mucho. Excelente árticulo compañero

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    1. Similar importancia a la de Atapuerca como corredor de paso de la fauna que transitaba por la península en los diferentes vaivenes climáticos parece que tuvieron los valles cantábricos y la franja costera, mucho más ancha que la actualidad durante los periodos glaciares. Esas cuevas bien pudieron contenedores de información en la que los sapiens iban incorporando sus creencias, datos sobre las migraciones de la fauna como bisontes y renos, con la que coexistían. Como la península ibérica sirvió de refugio para la fauna durante los milenios fríos se quedó sin casi toda esa fauna que acompañó hacia el norte a los hielos en retirada.
      Lo que vemos en nuestros viajes al Ártico es algo que ha ocurrido siempre que el planeta ha sufrido esos pulsos climáticos. Hace unos días leíamos que Groenlandia fue un vergel tropical en uno de esas fases cálidas prehistóricas. ¿Quién sabe cual será el paisaje que habrá en ese futuro cálido hacia el que parecemos encaminarnos sin remedio? Muchas de las especies actuales no lo verán y la duda es, si nosotros seremos una de ellas.
      Gracias JL. Un abrazo.

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