UN BLOGERO CENSURADO EN PEKIN. CHINA


La verdad es que me he sentido extraño estos días en Pekín, extraño porque me ha sido posible leer toda la prensa internacional incluso aquella crítica con el régimen de Beijing, pero no he tenido acceso ni a Facebook, ni a Twiter ni tan siquiera mi propio blog. Claro que por mi no me ha importado, pero si por los millones de chinos que padecen estas limitaciones a diario. Dicen, según informaciones del El País que sabe más de esto que yo, “que el gobierno chino quiere educar al pueblo en el uso de las redes sociales y de Internet”. Toma ya. Y yo el día antes de salir les di caña en un post.

En cualquier acceso a wi-fi del país, te indican que para acceder debes aceptar las normas de utilización, que no son otras que las que impone el librepensamiento único. Más, hasta en el aeropuerto, donde para acceder a wi-fi has de dar tu número de teléfono, una vez hecho y comprobar que no eres nacional y no puedes ser controlado, un pop-up te avisa que de momento ese servicio no esta habilitado para extranjeros. Todo un ejercicio de censura global.

Pero no es desanimo, todo lo contrario, estos días os iré escribiendo sobre mi escapada a Pekín y todo lo que allí me ha acontecido (que quijotesco ha quedado esto). Si apunto, que para un comunista reconvertido como yo, la decepción política ha sido brutal. Fuera de la capital es otra cosa, pero la capital esta consagrada al capitalismo más feroz, donde ya no se ven luminosos escritos en chino que anunciaban restaurantes y/o servicios, sino lo que impera es LOUIS VUITTON, ARMANI, GUCCI y lindezas como esta en macrocentros comerciales creados para mayor gloría del consumismo. Tampoco esperéis ver millones de chinos ( dieciocho millones censados en Pekín pero se estiman más de 20) montando en bici camino del trabajo,  os equivocáis, Pekín es una enorme urbe con cinco cinturones de circunvalación donde existe el “atasco perfecto”, entre las 7 de la mañana y las 10 de la noche, allí no se mueve nadie. Millones de coches en la calle al mismo tiempo y no de marcas chinas no, los últimos modelos occidentales. Eso si, el metro puede ser uno de los mejores del mundo, por su rapidez, limpieza y precio (0,20 céntimos de euro el billete, aprende Gallardón o mejor aprende alcalde de Sevilla tú que cobras 1, 80)

No quiero acabar este primer post, sin hablar de tres cosas más: la seguridad del país, la ausencia de mendigos y la soledad en la plaza de Tiannamen. De lo primero solo quiero decir que quien sabe si por el castigo a los delincuentes (pena de muerte), o por la vigilancia que ejerce la policía,  uno camina por Pekín de día y noche y nunca tiene la sensación de peligro, cosa a la cual contribuye además, la ausencia de mendicidad. De esta, la veo más relacionada con el sentido de la familia del chino, incapaz de abandonar a su suerte a los más desfavorecidos, que a la diligencia del gobierno. Por último, aunque hablare otro día, el sentimiento de soledad que te embarga en la plaza de Tiannamen, una plaza símbolo de la libertad en le mundo, tomada por la policía y donde para acceder debes pasar controles de seguridad, permitir que te filmen las cámaras fijas instaladas e incluso algunas que llevan policías uniformados. Las colas para ver el cadáver embalsamado de Mao se suceden, pero la plaza esta vacía y muerta…, al menos para los que seguimos creyendo en esa mal utilizada palabra: “libertad”.

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