ALMONTE: ZALEMA NO ES UN NOMBRE DE MUJER, ES EL NOMBRE DE LA PAZ


Para ser redondo el día, llovía cuando llegamos a Almonte. El aire olía a tierra húmeda y en la bodega la humedad se colaba entre los toneles y las vasijas de barro. Desde la cocina llegaba el olor a guisos que Rosendo debía estar preparando y en el ambiente, ya se palpa la inminente llegada del lunes de pentecostes que traerá hasta las tierras de Almonte a miles de personas que buscarán a la Blanca Paloma. Pero no hemos venido hasta aquí a rezar, ni a comer, aunque lo haremos, hemos venido hasta aquí a conocer a Zalema..., la uva con nombre de mujer gitana.

La Zalema es difícil encontrarla fuera de la provincia de Huelva y concretamente, fuera del Condado de Huelva. Conocida también con los nombres de Rebazo o Zalemo, su nombre viene del árabe, Salem, que significa paz y se usa como saludo y signo de cortesía. Resistió, como resistieron siempre los campesinos de estas tierras, a la vicisitudes, a la plaga de filoxera de 1908 que invadió la zona y actualmente ocupa el 86% de la superficie de viñedo de la Denominacion de Origen Condado de Huelva. Blanca, pálida y de orgulloso nombre.

A ella y a los vinos que ella da a luz, Almonte le ha dedicado un museo. El Museo del Vino de Almonte, al lado y de propiedad de la familia que regenta el Tamborilero, un restaurante con solera en la provincia. El museo es un espacio de promoción y divulgación de la larga tradición vinícola de la tierra onubense, cuna de marineros, conquistadores y buenos caldos; algunos dicen que los mejores del mundo. Manuel, nuestra guía, dice que de aquí salieron los primeros finos y las primeras manzanillas y que la base del coñac Luis Felipe, el mejor coñac del mundo, durmió largo tiempo en una de las barricas de Almonte.



Las barricas, las pesadoras, las esencias, las mezclas, todo se concentra en estos lagares, también el horno donde se hacia el arrope para oscurecer el vino o los vermouths. Un lugar curioso en un pueblo de veneración. El olor a mosto se va metiendo entre la ropa y levantando el apetito y el guía nos habla de caldos antiguos y de otros más modernos como los del Vino de Naranja, único en el mundo y niña de los ojos de los bodegueros almonteños. Y con ese olor nos sentamos a la mesa...

Y allí, Rosendo Martín, el patriarca y alma del Mesón El Tamborilero, nos va desgranando sus cazuelas, hechas con mimo, con productos de la tierra, con aceite de oliva y aderezados con vinos y vinagres de la casa. En 1971 comenzó sus idas y venidas culinarias y hoy, cuatro décadas más tarde, nos ha vuelto a sorprender con platos heredados de su madre, de su abuela y de su bisabuela, cuatro generaciones de cocineros y taberneros. Y regándolos con vinos que con mimo nos marida su otro hijo. Y bebiéndolos, nos damos cuenta  que si, que Zalema, no es solo nombre de mujer, sino descanso y sosiego para la siesta después de un par de botellas de vino almonteño.

 El Tamborilero y el Museo del Vino de Almonte, son paradas obligatorias antes de ir a rendirle respeto a la virgen. tenéis más fotos en este enlace.



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