LA RIOJA ALAVESA: PAISAJES DE UN OTOÑO INCREIBLE

Laguardia en el horizonte con los viñedos recién vendimiados

Llega el otoño  y con la estación templada del año, llegaran los momentos e imágenes más increíbles de esa estación en la Rioja alavesa. Paseas por las calles de Laguardia, Cenicero, Briones, Oyon Haro o cualquiera de los pueblos de la comarca y el aire huele a viña, a vino que se pisa y a humedad de bodegas, pero si miras desde cualquiera de sus miradores te impresiona el horizonte que se tiñe de colores ocres y pasteles, creando imágenes de verdadero impacto visual.

En breve comienzan las fiestas de la vendimia que se van sucediendo y atraen a miles de visitantes mientras aún suenan los tractores por las calles que ven llenando las bodegas de rico elemento que llena sus copas: el vino. El vino alma y corazón de una comarca que late con fuerza cada otoño. Una ruta vitivinicola la recorre y nos enseña secretos accesibles de la zona y sus moradores.

Las cúpulas plateadas como las rocas de la Sierra de Cantabria de bodegas Ysios.

En Laguardia todavía resuenan las fabulas de Samaniego y en su antigua bodega, sus habitantes,  siguen elaborando el vino como lo hicieron desde antaño ( la semana que viene os colgare un post sobre esta antigua bodega y su esmerada y cuidada visita), la maceración carbónica de sus caldos y la visita a sus triple centenarias bodegas así como compartir "la pisa" de sus uvas, son las estrellas de sus reclamos turísticos. Cerca de allá, parapetada sobre la Sierra de Cantabría  se alzan las cubiertas onduladas de bodegas Ysios, que un día levantara Calatrava para Domecq, y que hoy visitamos cada día decenas de enoturistas.

Muy cerca, en Elciego, se alzan también orgullosas las cúpulas de Titanio del lujoso Marques de Riscal, alma del pueblo y en sus calles empedradas compartimos copas de vinos jóvenes, cosecheros les llaman aquí,  mientras compramos vino en bodegas Muriel, buen vino a buen precio.

Los tractores cargados de uvas en las Bodegas Marques de Riscal de Elciego

Todas son experiencias memorables como la posibilidad  de adentrarse  en el proceso. Varias bodegas ofrecen poder ayudar en la vendimia y luego saborear la gastronomía, rica gastronomía de la zona que ya saluda las primeras verduras del campo riojano como pochas, pintas, alcachofas o los ricos cardos. Y si elegimos miradores naturales como el que nos ofrece el Doña Blanca de Laguardia, un restaurante con hotel con excelente relación calidad/precio, sus amplios ventanales nos regalan un  paisaje de espectáculo que merece la pena ser admirado. Las viñas comienzan a teñir el paisajes de colores que van desde al amarillo al ocre, anaranjado y rojizo, y las distintas tonalidades configuran un lienzo vivo, cambiante y magnético, más atractivo, si cabe, por su naturaleza efímera, pues se trata de un espectáculo que durará solo unas semanas, hasta que las hojas caigan y los viñedos esperen, adormecidos, la llegada de una nueva primavera.


Salimos el próximo puente de Noviembre a ver de nuevo estos campos rojizos y ese olor a vino, si nos queréis acompañar, tenéis toda la información en este enlace. Os he dejado más fotos de la última visita en este enlace.

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