MIRADAS. UN PASTOR EN EL GOIERRI, GUIPUZCOA
Caía la nieve con insistencia, el Goierri, esa comarca perdida entre los parques naturales de Aralar y Urbasa, amanecía blanca de sueños y húmeda de invierno. Las chimeneas de sus multiples fábricas humeaban sin descanso y la niebla fina de la mañana no dejaba ver las sierras cercanas. El prado dejaba entrever el verde entre la blanca amanecida y el beig de los abrigos de las ovejas latxas.
El pastor miraba la escena protegido en el frontal del establo, sonreía a su viejo perro que la miraba nervioso. Esperaba la orden de entrar al trabajo. Un simple gesto, una mirada móvil y el descendiente de los lobos comenzaría su trabajo.
El pastor nos dio el lujo de dar la orden con un gesto y las ovejas sumisas y asustadas se agruparon bajo la atenta mirado de cánido. El pastor se llama Juanjo vive en Idiazabal.
El pastor miraba la escena protegido en el frontal del establo, sonreía a su viejo perro que la miraba nervioso. Esperaba la orden de entrar al trabajo. Un simple gesto, una mirada móvil y el descendiente de los lobos comenzaría su trabajo.
El pastor nos dio el lujo de dar la orden con un gesto y las ovejas sumisas y asustadas se agruparon bajo la atenta mirado de cánido. El pastor se llama Juanjo vive en Idiazabal.
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