EL GRITO DE LOS HUMILDES EN EL DESORDEN DEL MUNDO

"Químicamente, los virus son al lenguaje de la vida como el grito en las cavernas era al lenguaje humano. Recordarlo puede ayudar a entender que no estamos combatiendo a ciegas al enemigo".

Con esas palabras tan drásticas comenzaba el químico Emilio Trigueros un artículo  que se publicó hace unos meses en  el Periodico de Catalunya. Cuando el Covid era nuestro principal enemigo.

El grito de nuestros primeros congéneres en las cavernas, es como la pregunta que nos hacemos a nosotros mismos cuando algo o alguien nos asusta en la oscuridad ¿quien anda ahí?. Algo primitivo, algo que no tiene ninguna ciencia, gritamos porque estamos asustados, el virus es primitivo, permanece indefenso, pero a veces nos grita y nos asusta.

Continua Trigueros, "El lenguaje de las especies logró crear orden para escribir la historia de la vida frente a ese caos. Han sido necesarios innumerables experimentos en laboratorios y la puesta en común de sus resultados para desvelar ese lenguaje molecular: y será también la cooperación entre instituciones y laboratorios la que llevará a identificar con precisión el funcionamiento del covid-19 y a vencerlo."

Después de celebrar el Foro Internacional de Ciencia, Comunicación y Desarrollo Sostenible hace una semana confirmo que yo nunca he dudado que la batalla que ahora libramos contra el cambio climático la ganaremos juntos, solo juntos vamos a triunfar, olvidaros de palabros como batalla, guerra, derrota, victoria, esos son palabrerías de politicuchos sin escrúpulos y con escasa cultura. Vamos a triunfar porque juntos somos capaces de hacer grandes cosas, esto no es una guerra ni necesitamos tanques, nuestro ejercito esta haciendo un papel brutal, pero por que están empleándose para tiempos de paz, para lo que fueron elegidos, para esta al servicio de nuestra sociedad civil.

Y esa es la única y auténtica realidad, por mucho que pasen los tiempos, en cada pueblo de la España olvidada o en cada cinturón industrial de nuestra abarrotadas ciudades, podremos encontrar, si miramos para ver no para que nos vean, una abuela mirando por la ventana quien pasa por la calle, una madre o un padre columpiando a su hijo o hija en el parque, un perro que ladra, un pájaro que canta, alguien que camina deprisa camino del trabajo y alguien que seguramente nos mire con la misma curiosidad a nosotros, esa curiosidad que ya estábamos olvidando, solo nos miran por el simple hecho de que estamos parando contemplando la vida, sin segunda intenciones. La vida misma, algo tan simple y tan olvidado.

El cuadro que acompaña esta texto, "El Grito" de Munch, es una de esas cosas que nos devuelven a la realidad. Siempre pensamos que Munch estaba gritando en ese autoretrato, es la obra por la que mas se ha pagado en una subasta, se llego a pagar 119,9 millones de dólares. Pues mira tu por donde, que ahora resulta que Munch no estaba gritando. 

En nuestro afán por ver las cosas desde un prisma banal y superfluo, nadie había reparado en lo que el pintor había dicho sobre la obra, críticos de arte, aficionados, todos pensábamos que si el dibujo tenía la boca abierta y se tapaba los oídos era porque estaba gritando. Nada más lejos de la realidad.

Un trabajo del British Museum ha dejado al descubierto que Much se tapaba los oídos porque la naturaleza le estaba gritando al él y su cara era de asombro."Caminaba por la carretera con dos amigos, el sol se estaba poniendo, de repente el cielo se puso rojo sangre, me detuve, sintiéndome agotado, y me apoyé en la cerca. Había sangre y lenguas de fuego sobre el fiordo azul-negro y la ciudad. Mis amigos siguieron caminando, y allí me quedé temblando de ansiedad, y sentí un grito infinito que pasaba por la naturaleza".

Munch sintió ansiedad, y la sintió por el reflejo del cielo rojo sobre el fiordo y la ciudad. Y se tapo los oídos porqué escucho el grito sordo de la naturaleza. Ese grito sordo que debemos escuchar ahora y no la palabrería innecesaria de la que se inundan nuestras redes y nuestras pantallas. Y escuchar y asombrarse no es malo, todo lo contrario es muy, muy sano.

En el #FICCS hablaron muchos científicos y comunicadores y de todos ellos tomamos una reflexión, pero la sesión de clausura con la escritora Irene Funes, nos dejo emocionados, la naturaleza seguirá ahí cuando nos hayamos ido, pero intentemos trabajar juntos para no dejarla sola, sigamos caminando juntos en este hermoso planeta, nos lo debemos, se lo debemos. No os perdais el vídeo

Hasta la próxima queridos amigos del Club de viajes, que descanséis.