PETRA EN LA NOCHE. JORDANIA (VI)
Mucha gente no lo sabe, pero la Unesco ha permitido abrir la ciudad nabatea de Petra para que los visitantes disfruten de uno de los instantes más hermosos de su estancia en Jordania.
El ritual comienza cuando los turistas se van juntando en la oscuridad de la entrada a la ciudad y un guía beduino va recogiendo sus entradas. Al traspasar la puerta nos damos cuenta que la ciudad solo esta iluminada por velas y que será así durante los casi dos kilómetros de cañón que debemos recorrer hasta el tesoro. Todos vamos en silencio y en algunos rostros se palpa tensión, sobre todo en los escasos turistas hebreos que nos acompañan. A medida que las paredes del cañón se van estrechando, las luces de las velas alargan nuestras figuras convirtiendo el pasadizo en un baile de dantescas sombras alargadas. Emocionante.
Algunos gatos maullan en las paredes y se escucha silbar al viento en las alturas. Al levantar la mirada, atisbamos a ver una estrellada noche que lucha por colar su escasa luz entre los roquedos. No hay luna y presentimos los fantasmas de líderes beduinos en los rincones cada vez que una sombra desaparece en una hendidura de la piedra. Algo increíble.
Cuando se abre ante nosotros la famosa brecha que da paso al tesoro nabateo de Petra, el corazón se nos hiela: centenares de velas iluminan la fachada en una danza de gigantescas sombras que tomamos violentamente la escena mientras, un murmullo de admiración y algún gritito de sorpresa de alguna turista despistada, hace que un perro ladre atemorizado. Los novios se acurrucan, los solteros suspiran, las parejas se besan y un beduino comienza a hacer sonar su "rebaba", una especie de guitarra de una sola cuerda, cuando todos nos sentamos en el suelo. Mágico.
Al acabar la sinfonía, otro beduino coje su flauta y se pasea como un espíritu de la música entre las velas proyectando su alargada sombra sobre la fachada del Tesoro y el que nos cogió las entradas, con atronadora voz, nos recita la historia de Petra como le debió dictar las tablas de la Ley Dios a Moisés, con enormes gritos que resuenan por la paredes. Conmovedor.
Y esta es la historia de la noche de Petra y que ningún turista se debería perder. Cuesta 15 euros pero les garantizo que merece la pena.
El ritual comienza cuando los turistas se van juntando en la oscuridad de la entrada a la ciudad y un guía beduino va recogiendo sus entradas. Al traspasar la puerta nos damos cuenta que la ciudad solo esta iluminada por velas y que será así durante los casi dos kilómetros de cañón que debemos recorrer hasta el tesoro. Todos vamos en silencio y en algunos rostros se palpa tensión, sobre todo en los escasos turistas hebreos que nos acompañan. A medida que las paredes del cañón se van estrechando, las luces de las velas alargan nuestras figuras convirtiendo el pasadizo en un baile de dantescas sombras alargadas. Emocionante.
Algunos gatos maullan en las paredes y se escucha silbar al viento en las alturas. Al levantar la mirada, atisbamos a ver una estrellada noche que lucha por colar su escasa luz entre los roquedos. No hay luna y presentimos los fantasmas de líderes beduinos en los rincones cada vez que una sombra desaparece en una hendidura de la piedra. Algo increíble.
Cuando se abre ante nosotros la famosa brecha que da paso al tesoro nabateo de Petra, el corazón se nos hiela: centenares de velas iluminan la fachada en una danza de gigantescas sombras que tomamos violentamente la escena mientras, un murmullo de admiración y algún gritito de sorpresa de alguna turista despistada, hace que un perro ladre atemorizado. Los novios se acurrucan, los solteros suspiran, las parejas se besan y un beduino comienza a hacer sonar su "rebaba", una especie de guitarra de una sola cuerda, cuando todos nos sentamos en el suelo. Mágico.
Al acabar la sinfonía, otro beduino coje su flauta y se pasea como un espíritu de la música entre las velas proyectando su alargada sombra sobre la fachada del Tesoro y el que nos cogió las entradas, con atronadora voz, nos recita la historia de Petra como le debió dictar las tablas de la Ley Dios a Moisés, con enormes gritos que resuenan por la paredes. Conmovedor.
Y esta es la historia de la noche de Petra y que ningún turista se debería perder. Cuesta 15 euros pero les garantizo que merece la pena.
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