KENIA: LA CASA DEL RINOCERONTE A LOS PIES DEL MONTE KENIA


Rinoceronte blanco y cría en el Parque Nacional Nakuru

Hace unos días nos levantamos con la noticia de que el último macho de rinoceronte blanco del Norte, había muerto en su última casa de Ol Pejeta en Kenia, al pie del Monte Kenia, era el último de una especie que lleva extinguida en libertad muchos años. Junto con él vivían dos hembras que ahora ya no tienen quien las acompañe. De sus andares desgarbados y su porte antigua, solo darán cuenta los libros de naturaleza y los de la UICN. Quizás sus espermas congelados preñen a una de esas dos hembras, pero esta especie, como tantas otras, la podemos dar ya por muerta. Y la culpa es solo del ser humano, tan proclive a extinguir lo extinguible y a llorar lo irreversible.

De las nueve especies de rinocerontes que había a principios del siglo XX, hoy solo quedan cinco, dos de ellas en peligro muy crítico. El de Java con unos 50 ejemplares y el de Sumatra del que solo quedan 200 ejemplares de los cuales en la misma isla solo quedan algunos animales en semilibertad provenientes de zoológicos y que seguramente antes de que lleguemos a la mitad de nuestro siglo, ambos correrán la misma suerte que el blanco del Norte. El rinoceronte indio se recupera lentamente con unos 3000 ejemplares, el negro gracias a los esfuerzos de organismos y gobiernos involucrados se cuentan casi 5000 ejemplares en África y del blanco del sur del que se llegó a dar por casi extinguido a principios del siglo XX hoy camina por los parques africanos más de 20.000.
En Julio de 2017 estuve en Sumatra y Java  para intentar verlos, pese a tener permiso oficial del gobierno en Sumatra, me negaron la entrada al santuario de Way Canvas en el sur de la isla, quizás al ver mis cámaras se lo pensaran mejor y no los critico, simplemente apuntó de la circunstancia de como es la lucha por la supervivencia de estos animales

Rinoceronte negro en Ol Pejeta Conservancy

Pero como luchar contra los furtivos y su caza indiscriminada. En el mercado asiático se paga por un cuerno de rinoceronte más que por un kilo de oro, casi 4000 dólares el cuerno. Una vez convertido en polvo, para curar supuestamente el cáncer, el precio se triplica- Y eso hace que las mafias del tráfico de animales se hayan desplazado hasta África y utilizan helicópteros y cámaras de visión nocturna en su caza ilegal.

En Ol Pejeta, al pie del monte Kenia, se ha establecido uno de los santuarios de estos enormes animales que junto al hipopótamo y el elefante son los últimos grandes mamíferos del planeta. Allá viven varias decenas de rino blanco en manadas pequeñas de 6/10 animales y los rinos negros más solitarios y malhumorados. También esos rinocerontes blancos del norte, una subespecie que ya está finiquitada. Los que nos acercamos hasta allá, les vemos en el campo y nos sentimos afortunados de haberlos visto y como yo, poderlo contar. En esta visita hice unas fotos tras las vallas a los blancos del norte, mientras la hacía, pensaba que como en la novela de García Marquez, “Crónica de una muerte anunciada”, todos sabíamos su destino menos esos pobres bichos y ninguno fuimos capaces de salvarlos. ¿Ocurrirá lo mismo con las otras especies?.

Os he dejado más fotografías del proyecto en este enlace y si queréis acompañarnos en nuestras próximas salidas a verlos, aquí encontraréis toda la información.

Comentarios

  1. Ha sido todo un privilegio poderlos observar en libertad en Sweet Waters y en semicautividad a las últimas hembras del norte, en Ol Pejeta.
    Las emociones son contradictorias. La tristeza al observarlos y pensar que nos quedamos sin rinos, mezclada con la esperanza al ver los esfuerzos por conservarlos.

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    1. A ver si tenemos suerte y somos capaces de convencernos que metece la pena conservarlos, aunque me temo que estamos llegando
      Tarde

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