CUANDO LLUEVEN HOJAS EN EL HAYEDO

Caminando al amanecer por el hayedo de la Reserva de la Biosfera del Montseny he sentido la libertad de caminante que descubre un nuevo lugar. No es nuevo, pero después de haberlo vivido en multitud y haber renegado de todo, hoy al amanecer en la soledad del bosque, escuchando la brisa mecer las ramas y el grito del arrendajo en la mañana, me he sentido libre.

El viento balancea las copas y al mirar al cielo, una lluvia de millones de hojas de color se derraman sobre mi cuerpo. He volado entre los troncos húmedos, me he resbalado en las hojas secas y he cerrado los ojos para sentir todos los ruidos del bosque: abajo en el valle el jabalí hurga bajo las hojas, en el cielo los pinzones trinan a la mañana, en el sotobosque crujen las ramas, el arroyo salta entre la piedras y el cielo se vacía de hojas que relanpanguean con los primeros rayos del sol. Una paleta de colores tiñe el horizonte como si Van Gohg hubiera visitado esta noche la reserva: ocres, amarillos, marrones fuertes, verdes pálidos, rojos de pasión en los frutos del bosque...

Hoy he vuelto a subir al Montseny para tributar un homenaje al otoño. Hoy de nuevo, creo que estamos a tiempo de conseguir vivir en paz con la naturaleza.

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