EL MODERNISMO (y IV). EL MARESME.BARCELONA


La comarca de El Maresme se sumó al Modernismo al amparo de las fábricas textiles y su conexión por ferrocarril con la capital catalana, sin duda para la explotación de espacios de ocio lúdico y termal a orillas del Mediterráneo. Muchos artistas y arquitectos modernistas se prendaron de la luz de la comarca del norte de Barcelona, pero fueron dos, sobre todo, Puig i Cadafalch y Doménech i Muntaner los abanderados de esta generación.


Puig nació en Mataró, pero veraneó mucho tiempo en Argentona, donde dejó un importante legado arquitectónico. La casa de veraneo de su familia, casa Puig i Cadafalch (plaça del Vendre, s/n), es una muestra de su trabajo, en la que la madera, el azulejo roto y las piedras definen lo que más tarde serían elementos esenciales de su obra. La capilla del Sacramento de la iglesia de Sant Juliá (plaça de la Iglesia), es otra de sus obras. De estilo neogótico, guarda en sus paredes los graffiti de motivos vegetales y religiosos propios del movimiento modernista. Dos reformas de casas particulares, las de can Calopa (calle Riudemeia, 8), que data de 1661, y la de casa Garí (Sant Miquel del Cros, 26-28), de 1869, culminan sus proyectos en Argentona. Ambas casas presentan todos los elementos arquitectónicos del modernismo, pero la segunda pertenece, además, a la época rosa del arquitecto mataronense. El último elemento destacable de su obra en Argentona es la torre que construyó para abastecer de agua a la casa Gari, la torre de Aguas del Cross, de 1900, y hoy dentro del polígono industrial del mismo nombre.

La capital del Maresme, Mataró, vio nacer a Puig i Cadafalch el 17 de octubre de 1867 en una casa del Carreró. Desde allí proyectó su inquietud cultural, social y política hacia la ciudad de Barcelona.

La ruta de Mataró la podemos iniciar con una visita al salón de Sesiones del Ayuntamiento de la ciudad, obra del mencionado arquitecto. Algunas de sus casas se conservan como antaño; es el caso de la casa Cisternas (Sant Simó, 18), o la casa Parera (calle Nueva, 20), donde integra los elementos del modernismo con profusión de piezas escultóricas. Pero es en la casa Coll i Regás (Argentona, 55) donde vuelca todo su espíritu modernista. Con elementos neogóticos, europeos, catalanes, barrocos y mozárabes, es la obra cumbre de este arquitecto.


Tres edificios civiles merecen una parada: el mercado de El Rengle (plaça Gran), que aún hoy funciona con sus coquetas paradas de verduras y pescados, el antiguo asilo municipal conocido como La Beneficencia (calle de Sant Josep, 9), que nació como casa de caridad y que hoy acoge el patronato municipal de Cultura, y la tienda La Confianza (calle de Sant Cristòfol, 10), antigua tienda de jabones y aceites y que hoy es visitada por muchísimas personas que aprecian la pastelería artesana y los chocolates de gourmet. Todas estas obras fueron realizadas por encargo, y culminan el legado de Puig i Cadafalch en Mataró.

La luz del Mediterráneo y la casa de su mujer, canetenca de nacimiento, fueron la inspiración de la obra del gran arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner. La luz, los elementos medievales y el racionalismo constructivo que caracterizan su obra dieron un impulso nuevo y estético al modernismo.


Nada más entrar en Canet de Mar por su riera Buscarons, nos encontraremos con la casa Museo de Lluís Domènech i Montaner. Allí se puede observar buena parte de sus instrumentos de trabajo, sus bocetos, sus planos y algunos de los objetos cotidianos que marcaron su existencia. Más arriba, en la riera de Sant Domènech con el Carrer Ample, encontraremos el Ateneu Catalanista, otra de sus obras cumbre. Reformada en su primera época, incorpora el hierro como elemento ornamental. En la misma riera descubriremos también la casa Roura, que refleja a un arquitecto que también domina las leyes físico-naturales en cuanto al aprovechamiento de la luz del sol, por su ubicación y amplios vitrales.

Por último se recomienda al visitante no abandonar Canet de Mar sin acercarse al Castillo de Santa Florentina , construido a finales del siglo XIX. De propiedad privada, acoge el Festival de Música del Maresme y es un ejemplo claro del pensamiento modernista. Conserva una estatua yaciente de Florentina Malattó, propietaria del castillo, atribuida a Miquel Blay.



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