ENOTURISMO,JEREZ DE LA FRONTERA. VINO Y TOROS. CADIZ
Si hay una ciudad en Andalucía capaz de disputar el título de capital a Sevilla, tal vez sea Jerez de la Frontera. En Jerez se dan la mano la tradición y la universalidad, lo antiguo y lo moderno, y es en sus calles y tabernas donde se puede ver el pasado y el presente no sólo de la ciudad, sino de buena parte de lo que llamamos el “sentir andaluz”. Jerez se visita no sólo para beber fino o ver sus caballos de fama mundial, sino también para salir de compras por las modernas avenidas o asistir a una de las concentraciones de motociclismo más importantes del panorama actual.
La visita debe llevar a conocer la arquitectura civil y religiosa. Jerez está declarada como Conjunto Histórico-Artístico y en sus palacios, como el de Abrantes, Bertemati, Camporeal, Dávila, Pe Martín, Pérez Luna o Riquelme, se aprecian las influencias andalusí, y musulmanas. Es quizá el palacio de Domecq el que merece una visita más larga. Hoy, habilitado para todos aquellos que deseen ver las bodegas del mismo nombre, su visita requiere cita previa. En cuanto a la arquitectura religiosa de Jerez, sobresale la catedral de San Salvador. Edificada sobre la antigua mezquita árabe, su construcción data del siglo XVII, y en ella se aunan los estilos gótico, barroco y neoclásico. La Basílica de Nuestra Señora de la Merced, construida en 1268, contiene en su interior una de las tallas más hermosas de la imaginería andaluza como es la figura de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Merced. El camarín de la virgen bien merece que nos detengamos unos minutos.
Otra visita obligada en la ciudad jerezana es su alcázar almohade, declarado Monumento Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural. Data del siglo XII. En su interior podremos contemplar la mezquita, el molino de Aceite, los baños Árabes y las Torres Octogonal, del Homenaje y Ponce de León, así como el patio de Armas, y las dos puertas de entrada, que son parte de la muralla árabe que lo circundaba.
Pero si en algo destaca Jerez de la Frontera es en su rico patrimonio gastronómico y vinícola. Diversas rutas nos llevarán a visitar sus bodegas y a tapear en sus tabernas. Se debe comenzar siempre estas visitas en al calle Larga y concretamente en el edificio conocido como Gallo Azul, seña de identidad de la ciudad y lugar de tradicional encuentro de los jerezanos. Lo mandaron construir los propietarios de las bodegas Domecq, y hoy cumple con la misión de reunir a todos los jerezanos. Tabernas y flamenco se mezclan con las famosas freidurías donde cocinan el pescaíto frito, que son muchas y muy variadas en todos los lugares céntricos de la ciudad.
Algunas de las bodegas de renombre que no se debería dejar de visitar son las de Emilio Lustau, Almocaden, Harveys, Valdespino, Willian Hunbert, Sandeman y, cómo no, las más famosas de Álvaro y Pedro Domecq, Garvey y Tío Pepe-Gonzalez Byass. Existen planos y folletos para ello en las oficinas de turismo de la ciudad.
Por último hay que dar un paseo por La Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre o por la Yeguada de la Cartuja para acercarse a la cultura del caballo español.
Podeis ver las fotos en http://www.facebook.com/album.php?page=4&aid=91659&id=552494308
La visita debe llevar a conocer la arquitectura civil y religiosa. Jerez está declarada como Conjunto Histórico-Artístico y en sus palacios, como el de Abrantes, Bertemati, Camporeal, Dávila, Pe Martín, Pérez Luna o Riquelme, se aprecian las influencias andalusí, y musulmanas. Es quizá el palacio de Domecq el que merece una visita más larga. Hoy, habilitado para todos aquellos que deseen ver las bodegas del mismo nombre, su visita requiere cita previa. En cuanto a la arquitectura religiosa de Jerez, sobresale la catedral de San Salvador. Edificada sobre la antigua mezquita árabe, su construcción data del siglo XVII, y en ella se aunan los estilos gótico, barroco y neoclásico. La Basílica de Nuestra Señora de la Merced, construida en 1268, contiene en su interior una de las tallas más hermosas de la imaginería andaluza como es la figura de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Merced. El camarín de la virgen bien merece que nos detengamos unos minutos.
Otra visita obligada en la ciudad jerezana es su alcázar almohade, declarado Monumento Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural. Data del siglo XII. En su interior podremos contemplar la mezquita, el molino de Aceite, los baños Árabes y las Torres Octogonal, del Homenaje y Ponce de León, así como el patio de Armas, y las dos puertas de entrada, que son parte de la muralla árabe que lo circundaba.
Pero si en algo destaca Jerez de la Frontera es en su rico patrimonio gastronómico y vinícola. Diversas rutas nos llevarán a visitar sus bodegas y a tapear en sus tabernas. Se debe comenzar siempre estas visitas en al calle Larga y concretamente en el edificio conocido como Gallo Azul, seña de identidad de la ciudad y lugar de tradicional encuentro de los jerezanos. Lo mandaron construir los propietarios de las bodegas Domecq, y hoy cumple con la misión de reunir a todos los jerezanos. Tabernas y flamenco se mezclan con las famosas freidurías donde cocinan el pescaíto frito, que son muchas y muy variadas en todos los lugares céntricos de la ciudad.
Algunas de las bodegas de renombre que no se debería dejar de visitar son las de Emilio Lustau, Almocaden, Harveys, Valdespino, Willian Hunbert, Sandeman y, cómo no, las más famosas de Álvaro y Pedro Domecq, Garvey y Tío Pepe-Gonzalez Byass. Existen planos y folletos para ello en las oficinas de turismo de la ciudad.
Por último hay que dar un paseo por La Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre o por la Yeguada de la Cartuja para acercarse a la cultura del caballo español.
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